ELLA

by lourdeschamorrocesar

Ataviada de dulce ajobo,
digna, callada,
tierna,
de suaves manos,
de pasos sabios,
mirada larga,
de risas y lágrimas.
Es  así  como era,
así fue cincelada.

Hoy le canto a ELLA,
a la de níveo cabello,
de huellas intensas,
de ojos garzos.

A Ella que en vida fue mi refugio,
mi academia,
mi raíz profunda,
dulce santuario;
que con estóicas manos
plantó en mi alma azahares blancos
y en mis pies sandalias,
para  firmes pasos.

A Ella que con silenciosas lágrimas
me enseñó a llorar callado,
y con su risa alegre,
a reir sin carcajadas
y de cómo saber su tiempo exacto.

A ELLA
que al morir, murió en mis brazos
y que al cerrar sus ojos
con mis trémulas manos,
esculpió en los míos,
el fulgor de su mirada.
Y yo,
yo me vi ahí reflejada.

Hoy congrego
una sonrisa,
una plegaria
y un manojo de azahares blancos;
retoño de los que sembró en mí,
para elevar mi canto.
Lourdes Chamorro César.
El Raizón, 8 de marzo de 2012.