LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Category: Poesia

¿Estás ahí, soledad?

Cansada de dar volteretas,
encuentro refugio en mi cama
y vuela el pensamiento.

Visto mis zapatillas rosas
y aún despierta,
sueño.

Busco con ojos del alma
el intangible punto
que me eleva.

Y con mis zapatillas rosas
bailo con la lluvia
y con los narcisos.
¿Estás ahí, soledad?

Lourdes Chamorro César.
2 de noviembre de 2001.

Panacea

Desde la crueldad
de este gris invierno,
sorda y confusa,
se asoma
en el linde de la fuente,
la voz del ruiseñor.
Se vislumbra torva,
cuando veloz,
el abrumador extravío
le niega la panacea.

El atizado abismo
su canto estremece
y en su melodía,
desde el proscenio de su savia,
de hinojos y con lágrimas,
trémulo y perdido,
ve pasar la displicencia
de los imprudentes
y crueles desaciertos
que un juglar itinerante,
sin conciencia, proclama.

Desde el engaño
de ese gris invierno,
imagino triste y tímido
a un poeta que,
como en fábulas de Esopo
o de Homero las proezas,
con su gesta heroica y valiente
y el sortilegio
del noble afecto,
es el único en esta orbe
que puede sofocar
los crueles lances
que recibe el sentimiento.
Y así la ventura compense
en el infinito cosmos
las quimeras de los cierzos.

Lourdes Chamorro César.

3 de junio del 2011

1981

Rondan que rondan las sombras.
Es el viento  que baila entre rama y rama
o quizás la nube que divaga entre sol y tierra.
¿O será que es la muerte que con su capa negra
cubre el suelo inerme de mi herida patria?

Gris de  compungidos atardeceres
y en atribuladas auroras sumergida.
¡Oh, quimeras que nos da la vida!
Mientras unos se ufanan de patriotas
otros que de verdad te aman, de exilio mueren.

St Louis,  Mo. EE. UU.
1981

El muchacho y la traidora

La traidora:

¿Querés venir conmigo?
Te llevaré al infinito
donde  no hay preocupaciones
ni dolor, no conciencia o memoria.
Todo es blanco y dulce
donde el mundo acaba
y comienza la eternidad.
Vos y yo,
atrapados en la huella
de la magia de mi abrazo.

Muchacho,
¡Dame una oportunidad!

Muchacho:

¡Gratificante!
Llévame a volar,
no quiero aterrizar,
no pensar ni recordar.
Llévame
cerquita del cielo
no lejos del mar.
¡No te vayas!
¡Quiero más!
Más de tu arrullo
más de tu abrazo.
¡Necesito escapar!

La traidora:

(SILENCIO)

Muchacho y la traidora:

¡Traidora!
¿Traidora yo?
¡Si, vos!
¿Por qué?
¿Dónde estàs?
No te siento.
Imposible alcanzarte,
me dejaste entre nubes.
¡Traidora!
¿Y ahora qué?
Sigue tu camino, roba o trabaja
para conseguirme.
Véndeme o mercadea
para obtenerme.
Soy poderosa y
en vos soy eterna.
¡Me burlaste, traidora,
me burlaste!

Traidora:

(SILENCIO)

Muchacho:

¡TRAIDORA!
Nunca me dijiste que tenías precio.
¡Prisionero soy
de tus alucinaciones,
de tus burlas,
de tus efectos!
¡TRAIDORA!
¿No te das cuenta que
Necesito más de ti?
¡Más y más
Y cada día más!
¡Traidora!
Me atrapaste con tus cantos de sirena
Años ha, años ha…

Quien escribe el relato:

Un silencio alarmante
hace eco en los volcanes.
Una avalancha de sueños
arrastrados
como troncos indefensos
van a perderse al mar.

Y con ello
La muerte cívica de un niño grande
sucede poco a poco entre los vivos
y un milagro latente
en cadena de plegarias
se sostiene en el universo
por cienes de corazones y labios.

¿Será que existen los milagros
donde parecen no caber?

Lourdes Chamorro César.
15 de octubre de 2012

Sin dedicatoria, solamente porque si

No me cabe su recuerdo en mi memoria.
Lo destierro y es más fuerte su retorno.
Disimulo y me engaño que no pienso
y al pensar que ya no pienso,
aparece más brillante.
Y en mi cuello,
su aliento,
candente arde.

Hoy lo he sacado para ondearlo al viento.
Y aunque la fina cuerda que su vuelo ciñe
en silencioso acuerdo el viento rompe,
insistente y poderoso,
el recuerdo de un instante,
caprichoso,
como hiedra que se aferra al pecho,
inalterable brota.

Ah, tu recuerdo,
aunque no cabe en mi memoria,
rebelde, imperturbable,
infinito trozo de mí,
en mí, reposa.

Lourdes Chamorro César
Granada de Nicaragua, escrito hace ya muchas primaveras.

Justa injusticia

Que venga la mar,
que levante sus olas,
que revienten contra rocas centenarias
y que me arrastren al río.

Ahí, en la ola,
encontraré mi verdad.
Ahí, en el río,
que Dios haga justicia.
Ahí, en las rocas,
que se estrellen las piedras.

Porque solamente el Cielo
conoce de la corriente de los ríos,
del rugir del mar,
de los tesoros violentados
y de aquellos que,
aún contra rocas estrellados,
encierran compunción.

Porque la moneda de dos caras
habrá cobrado su mitad,
doblando su valor
a tres mil veces diez mil,
pagando así deudas
de generaciones por venir.

¿Acaso estoy libre de pesares para tirar piedras?
¿Acaso por ello es Poncio Pilatos mi salvador?

Ah, Vírgenes Prudentes.
¿Por qué no compartieron
un poco de su aceite?
No, no es egoísmo,
es prudencia.
Años ha, me dijeron.

Y llegó la ola
fuerte, salvaje, cruel,
sigilosa, despiadada y rabiosa,
estrellando los residuos
de lámpara contra rocas,
arrastrando verdades a los ríos.
Y así, simple y complicada,
prevaleció la injusta justicia.
¿O la justa injusticia de los Cielos?

Así mismo, el Cielo ha cobrado
en valor multiplicado
la medida de la vara
y de todas las monedas
de oro, plata
y bronceadas,
de cualquier valor que fuese
su verdadera cara.

Lourdes Chamorro César.
Nicaragua, 15 de agosto de 2012.

Yo soy tu huella, papá

¿Quién dice
que solo las huellas
marcadas en arena
son verdaderas huellas?

Yo soy tu huella, papá.
Y mis hijos y los hijos de mis hijos.

Lourdes Chamorro César.Nicaragua, 22 de junio de 2012.

¡OH, inspiración!

Si, estoy aquí queriendo decir algo.
No, no es mi día, no es mi noche.
Oh, inspiración que  juegas a dejarme,
mas nunca caeré vencida
porque mientras sienta la necesidad
de evocar un recuerdo,
mientras la luz del alba me ilumine
y las risas y lágrimas
de los Cervantes y los Moliérs me invadan,
aunque luego borre
o me arrepienta,
mi pluma seguirá
incrustando diamantes en  alboradas.

¿Que escriba sobre olvidos?
No, no existe en mí esa palabra.
No, no puedo escribir sobre lo que no siento.
Menos sobre aquello que,
al sembrarlo en el pecho,
con serenidad y firmeza,
ha grabado el alma.

Oh, inspiración que juegas al escondido.
Bien, qué más me queda
que escribir vericuetos.
Esos que cuando toman forma
en el papel desde mi pluma,
se encaprichan y se rebelan
y plasman hasta lo incierto.

Aléjate de mi, inspiración.
No, no me visites, no te necesito.
Yo me las arreglaré
Y si la nostalgia es un motivo
para recibirte en mi alma,
no la quiero.
Y si es la alegría el motor
que te empuja a invadirme,
hoy no la tengo
porque hoy,
hoy he decidido
rebelarme contra ti.

OH, inspiración
que juegas a dejarme,
hoy, soy yo quien te deja.

Lourdes Chamorro César
11 de febrero de 2012

¿Dónde están los ruiseñores?

Dejó su cárcel de adobe,
se adentró en el infinito.
Un rayo de sol naciente
lo vistió de amarillo
y una gota de sangre
le tiñò el corazón.
¡Este es mi Ruiseñor!

Escucho su canto,
evocador.
Cruza los prados sin límites,
libre.
Se hunde en las suaves olas del Pacífico,
emerge.
Retumba en los ecos de los volcanes,
Triunfante.
Y se instala en la nostalgia recién estrenada,
Imprudente.

¿Imprudente yo?
Dice El Ruiseñor.
No, yo –le respondo–.

(Silencio).

Esperemos.

Ya vendrán con una flor
un poema
una canción.

¿Dónde están los ruiseñores?
me pregunta.
¿Los que cantarían en tu tumba, Ruiseñor?
le respondo.

Ah, ruiseñores ¿Dónde están?

¡Ya vienen!
Desde el fondo del lago,
desde la arena hasta el cielo,
desde el volcán hasta el alma.
¿Lo sientes?
No, es la nostalgia.

Y yo, engalanando el mausoleo
vecino.

¿Estás bién Ruiseñor?

¿Dónde están esos que cantan,
mientras abrazan mi nombre?

Lourdes Chamorro César.

Sin fecha ni destino (siglo XXl)

Sueños

«Anoche, estando solo y ya medio dormido,
mis sueños de otras épocas se me han aparecido». —José Asunción Silva

Anoche entre mis sueños
vi rostros ya lejanos.
Mis miedos del pasado
de pronto se acercaron.

Callados,
mudos,
descalzos,
sus rostros desfilaron.
Todos eran inciertos,
todos enmascarados.

Recuerdos del pasado,
mi aura acariciaron
y manos temblorosas,
mis lágrimas secaron.

Muy pronto ellos supieron
que de miedo moría.
Y en mi sueño, todavía,
vi que se  iban marchando.

De rosas pintadas de amarillo,
un delicioso perfume
quedó impregnado en el cuarto.
A cambio del perfume,
se llevaron mi frío.

Lourdes Chamorro César.
(Inspirado en Midnight Dreams de José Asunción Silva.)