LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Month: January, 2012

Desvarío

Era de tarde. La lluvia a cántaros caía, como si el cielo tuviera un inmenso hueco. Quise abrir el paraguas y recordé que no lo traía. Corrí a guarecerme en un alero de cualquier casa, para darle al hueco tiempo a cerrarse.

Tenía frio. El agua traspasaba mi piel, como si la piel, de un colador se tratase. Me acerqué más al refugio del alero y aunque una gotera, una tras otra las gotas despachaba directo a mi cabeza, era mejor que el torrencial aguacero.

La blusa totalmente empapada, se había convertido, por arte casi de magia en parte de mi piel.  Sentí que mis sandalias eran arrastradas por la corriente de agua que a mis pies danzaba.  Deduje por las insistentes y multiplicadas gotas, que ya el alero poco resistiría.

Era de tarde.  Se hacía tarde. La lluvia arreciaba y yo, muerta de frío, empapada y sin saber qué hacer, pensé que sería mejor correr y correr. “No, no puedo ver…todo está oscuro, perdí la noción del norte, no  sabría dónde ir, mejor me acurruco en el alero, aunque me muera de frío…”

De pronto el alero resistió. Así fue que vi la luz del día: era un túnel largo y brillante, que al final del recorrido, alguien me esperaba con un abrigo. Tendió su mano, hasta alcanzar la mía. Me abrazó a la vez que de mis hombros, colgaba el abrigo y ahí me sentí bien, ya no tuve frío…

Arrecosté mi cabeza en su pecho y al momento desperté.

Lourdes Chamorro César

Nicaragua,  12 de enero de 2012

Una bomba en el zapato

La máscara en forma de zapato
o un zapato en forma de máscara.
Un cerillo remojado,
azufre,
un grito,
dos,
gemidos,
desconcierto,
inerte el caos,
saltos ágiles,
caudal de reacciones,
un cinturón Eddie Bauer,
incertidumbre,
pánico educado,
ignorante pánico,
prudente,
el tiempo inmóvil,
una inyección cargada de sueño.

Silencio. Estruendoso silencio.
Oa, sin moverme, sin reírme…

Un libro estrujado entre los dedos.
La máscara cae frente a los valientes,
el monstruo de seis pies siete pulgadas
se sumerge en su primer sueño.

Escoltas con alas acechan los cielos.
Limbo,
sed,
cinturones abrochados.
Nadie escucha música,
ya nadie lee.
Son todos sospechosos.
¡Inocentes!

El monstruo se mueve,
bosteza,
contorsiona,
y otra dosis de sueño
lo ahonda en la inconsciencia.

El cabello, ensortijado,
recogido al cuello,
sirve de brida.
Tripulantes y pasajeros
toman turno
para sostenerla.

Lentas  horas surcando cielos.

Ya en tierra,
a la sombra de mecánicas alas,
el cinturón Eddie Bauer
de sus muñecas, en pedazos,
al suelo cae,
dando paso
a metálicos grilletes.
Son todos sospechosos.
¡Inocentes!
Pasaportes,
maletas,
pizza,
Coca Cola
y de espera
muchas horas.

Cansancio,
adrenalina reprimida,
angustia,
incertidumbre,
realidad,
paz,
y una Virgen de Fátima
peregrina,
llegando al tiempo
a  nuestro hogar.

Cárcel y más cárcel
para el monstruo.
Vida y más vida
a los valientes;
entre ellos
mis dos hijos
y mi esposo.
Y en medio de todos ellos
—Hoy de rodillas me postro—
¡Cómo no agradecer!
¡MI DIOS TODOPODEROSO!

¿Y el cinturón?
¡AH! El cinturón
era de uno de los míos.

Lourdes Chamorro César
Managua, 23 de diciembre de 2001

Azimut

Las vi pasar por la ventana,
vestidas de gris y un toque blanco.

Cansada yo y distraída
no percataba
que el crepúsculo de la mañana,
con la prisa de la noche, se casaba.

En ese largo vuelo,
en una ceremonia de huso horario,
una bandada de nubes
vestidas de gris y un toque blanco,
a presenciar un beso me invitaron.

Lourdes Chamorro César.
Bruselas, 24 de marzo de 2002

Tu recuerdo

 Anoche me encontré con tu recuerdo,
guardado en la gaveta entre mis sedas.
Quise alcanzarlo,
desarrugarlo,
palparlo.

Una toquilla, ya raída
con la torre de Eiffel dibujada,
se metió en medio.
La tomé entre mis manos,
la coloqué graciosamente en mi cabello,
dancé frente al espejo.

Esta mañana recordé, levemente,
que de algo la toquilla me distrajo.

Lourdes Chamorro César
Bruselas,  21 de agosto de 2001

A Alvaro Urtecho. Un íntimo homenaje, hasta hoy inédito.

Esta carta, escrita ese 22 de diciembre, inédita y espontánea, espero que sea leída por ti, Alvaro, aunque yo no lo sepa todavía. Hoy la colgaré con mucho cariño en mi website, porque quiero agradecerte y es la única manera que encuentro en esta vida para hacerlo. Hoy 11 de enero de 2012

A Alvaro Urtecho

Todas las mañanas, entro al internet. Veo si tengo algo en mis correos y luego leo La Prensa y El Nuevo Diario. Hoy, 22 de diciembre y sábado, una ola de eventos se acumularon para que solamente en la tarde, tuviera un espacio para leer los periódicos.

Una noticia me impactó: “Muere El Poeta ALvaro Urtecho”. Lo leí en el Nuevo Diario. Recordé entonces que en un viaje mío a Nicaragua, alguien me comentó que Alvaro Urtecho estaba bien enfermo. Tuve el deseo de ir a verlo. No fui.

Cuando a uno le dicen que alguien está enfermo, creemos que será pasajero, que saldrá de esa y que algún día lo volveremos a encontrar en algún rincón de nuestra vida. No fue así en este caso.

No tuve la suerte de pertenecer a su círculo estrecho de amistades, sin embargo, Dios me dió la oportunidad de acercarme a él, en el período de la Presidencia de Don Enrique, ya que un aporte intelectual es siempre una necesidad en esos ámbitos y ahí, en esas circunstancias es que realmente lo conocí a fondo. Y su huella, aunque efímera ante esta oportunidad, es profunda en mi acontecer literario.

Recuerdo que cuando puse mi obra de teatro en el Teatro Nacional Rubén Darío, Alvaro estuvo ahí. Al final de la presentación, se acercó a mí y me dió un abrazo. “Bella”, me dijo, refiriéndose a la obra puesta en escena, “pero quiero saber exactamente quién es quién en la obra…quién es Leandro, o Popo, o vos, o tu hermana Angélica”. Le respondí que nadie era nadie, pero que todos estaban ahí representados de alguna manera.

Al publicar el libro de la obra “El Palo de Mamón”,  Alvaro también estuvo ahí para mi. La primera observación que me hizo, antes de la revisión final y su publicación fue: “Lourdes, está bien que le dediques el libro a los ojos de tu madre, pero ¿y Enrique, tu esposo? ¿Acaso no es él quién te inspira todo esto? Con tus vuelos de alas y tu manera de expresarte, podés también dedicárselo a él”. “¡Cómo así!”,  le dije yo, “se van a pelear ¿un vivo y una muerta compartiendo espacios y créditos en un mismo libro?” “Nada tiene que ver”, me respondió, “es mas, así estarás reafirmando que los vivo y los muertos, marcan la pauta, la esencia de tu obra…dos personas importantísimas en la vida de cualquier ser humano, la madre y el cónyugue. Toma tus alas Lourdes”, me dijo…” sabes usarlas bien, las usas mucho en tus poemas”…Y así hice y así es cómo escribió sobre mi inspiración, resaltando ese vuelo de alas que encontraba en mis versos…

Nunca hubiera podido imaginar el impacto que su muerte ha causado en mí. Un hombre que apenas conocí, pero hoy realizo que ese roce fue suficiente, para que al anuncio de su muerte, mi alma y mi corazón se estremezcan. ¡Cómo no fui a verlo! ¡Cómo nunca le dije lo agradecida que estaba yo por sus palabras, sus recomendaciones, sus críticas  y su presencia sutil y efímera pero indispensable, en mi quehacer literario!

Hoy, al anuncio de su partida, no puedo mas que reconocer mi pecado de omisión. ¡Qué mal me siento! ¡Cómo quisiera que la muerte mandara un aviso por el internet a aquellos interesados en alguien, a aquellos que tenemos algo pendiente con alguien…un anuncio diciendo quizás algo así: “Lourdes, Alvaro Urtecho está grave, creo que no amanece. Está sufriendo mucho y tengo órdenes superiores de llevarlo conmigo hasta su última morada, entre hoy en la noche y la madrugada de mañana. Sé que quieres visitarlo, agradecerle, sonreírle y decirle algo bonito….pues ésta noche es tu última oportunidad de acercarte a él, aunque sea de corazón”.

Lourdes Chamorro César

22 de diciembre de 2007

Huérfana de blancura

Quiso mantener la blancura del ropaje.
Mas no contaba con el lodo
en el agua estancada,
que al cruzar la calle
cubrió de negro el borde de la enagua.

Y así por accidente
lo blanco se tornó negro
Y la enagua pesada,
de tanto cieno,
ya no danza al compás de su alma.

Lourdes Chamorro César
Managua 10 de enero de 2012

Carta al Niño Dios en alguna Navidad de mi infancia.

Rescatada del baúl de los recuerdos y editada:

Querido niño Dios, ya me estoy portanto bien. Al principio del año no mucho, pero ya estoy mejor.

Si podés, quiero que me traigás una muñeca que habla. Tengo todavía la del año pasado, pero ya no dice mamá cuando la volteo para abajo. Si ya no tenés mas muñecas de esas, en la esquina de la casa, donde Dreyfus, vi unas bien bonitas que se les aprieta un botón para que hablen y no hay que voltearlas para abajo. Si podés, le traés una a la Lupe. La Lupe es mi amiga, a la que le cambiaron el nombre porque se llamaba como yo. Y yo le agradezco que no se haya puesto brava conmigo.

Los patines del año pasado ya no me quedan y se los dieron a mi hermana, así que si no son muy caros, me gustaría otro par. Me encanta andar en patines por Granada.

El otro día fuimos a Managua con la tía Bertha y mis primas. Nos llevaron a una tienda elegantísima que se llama Carlos Cardenal y vi en la vitrina unas cajas con bloques para armar que se llaman Lego. Lo apunté para que no se me olvidara y pensé que les gustaría a mis hermanitos pequeños, una para cada uno. Ya los tucos de madera del año pasado están viejitos y se les han perdido algunos.

Vos sabes Niñito Dios que me encanta jugar a los indios y los vaqueros con mis hermanos y primos y la última vez que jugamos, una de las sábanas de lino antíguo de la Mimi se rompió y la Mimi nos asustó con la tajona, menos mal que como siempre, no nos alcanzó, la verdad es que la tajona es mágica, pues nunca nos alcanza ni un pedacito de piel, en fin, te decía Niñito Dios, que la sábana de lino se rompió. Entonces se me ocurre pedirte una casa de campaña, de esas que vi en un catálogo que se llama Sears, que mi papá trajo de los Estados Unidos en su último viaje. Hay muchas bellezas entre sus páginas y casi al final, están las casas de campaña.

Niñito Dios, espero que no sea mucho lo que te pido y por último, no te olvidés de las uvas y las manzanas, no te preocupés por traerme marshmallows, pues a mi no me gustan mucho, pero a mis hermanos y hermanas les encantan, así que si me traés marshmallows, no importa porque se los daré a ellos.

Me saludás a La Virgen María y a San José, a San Pedro y a mi mamá y a todos los santos y ángeles del cielo.

Te quiero mucho, María Lourdes, la número cuatro de los Chamorro César.

PD. Tengo 9 años.

El Palo de Mamón, editado, publicado y presentado en el Teatro Nacional Rubén Darío.

Hay dos formatos, en PDF y en formato de libro.  Por favor, ver los links abajo. Si escoges el formato de libro y la letra es muy pequeña, en la barra inferior hay opciones para verlo mejor: puedes agrandar la pantalla o agrandar el texto o ambos. Cuando clickeas “VER COMO LIBRO”, aparece nuevamente la carátula del libro “El Palo de Mamón”; haz otro click sobre la carátula para entrar a sus páginas. Cualquier pregunta, estoy a la orden. Gracias por visitarme, espero te agrade.

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Palabra de honor

Si acaso una promesa es el juego,
donde las palabras son fichas
y tu mirada el tablero,
noche tras noche jugara.

Doble presentara mis apuestas
a que nunca ganaría una vuelta.

Y si triple fuera mi riesgo,
a perder apostaría.
Así, en cada partida,
triple sería mi ganada.

13 de septiembre de 2011

Lourdes Chamorro César. Biografía

Lourdes Chamorro César,  (Granada, Nicaragua, 18 de abril de 1952). Su madre murió cuando ella era muy joven y fue educada por su abuela junto con sus seis hermanos. Cursó  la primaria y secundaria en el Colegio Maria Auxiliadora de Granada, y posteriormente entra a la Escuela de Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua.

Aunque siempre aferrada a la familia, los recuerdos y los olores de su tierra, (sensiblemente entretejidos a su infancia y adolescencia), junto a su esposo y sus hijos (una hija y cuatro varones), ha vivido desde 1972, año en que se casó, en medio de una agenda  viajera. En 1979,  la situación política de Nicaragua, la obliga, junto a su familia, a refugiarse en un exilio largo y nostálgico de patria. Sus estudios de Derecho quedan truncados a las puertas de recibir el título. Por largas temporadas, junto a su esposo y sus cinco hijos, la lleva a vivir en países como Colombia, México, Bélgica y los Estados Unidos.

De esos años de distancia, evasión y convivencia familiar, se fundamenta su  recia personalidad, establecida por los retos y sacrificios que la vida hogareña implica, complementados con sus estudios universitarios, pues obtiene una Licenciatura en Humanidades en la Universidad de Missouri en 1995, siendo a la vez, asistente del área de  español en la escuela de Post Grado de la Universidad de San Luis,  en los Estados Unidos.

Cuando vivía en Bélgica, en 1998, gracias a su  espíritu humanista y a su alto sentido de la solidaridad, se dedica a conseguir ayuda para los damnificados por el huracán Mitch, logrando conseguir importantes donaciones para los más necesitados

En el año 2001 se traslada a Nicaragua a apoyar de lleno la candidatura a la Presidencia de la República de su suegro,  Ingeniero Enrique Bolaños Geyer, consciente de que éste llevaría adelante un proceso de renovación ética en la clase política de su país.

Trabajó sin salario para la Oficina de la Primera Dama de la República, contribuyendo  con programas sociales.

Desde niña, desde colegiala, desde su rol de madre, desde siempre, ha sido espectadora y lectora  voraz de teatro, de poesía, así como de la historia y la literatura en general. Coleccionista de Diccionarios y de sueños. Su pasión por la literatura, que desde su cuna hereda, en su infancia fue motivada por su padre y posteriormente, por las monjas salesianas que vislumbraron en su pluma talento y en su personalidad, disposición para el teatro.

Amante de las tertulias familiares, de la niñez que siempre bulle y salta, de la adolescencia que siempre le faculta destellos de felicidad o de nostalgia en sus conversaciones, en sus poemas, ya publicados en suplementos y revistas y en su obra teatral El Palo de Mamón, el cual da nombre, y pie, a su primer libro, con el cual la autora pone a prueba de fuego su irrupción en la escritura teatral. Obra escrita con rigurosidad discursiva. Con vigorosidad y carácter  escénico, en el  que la acción se va desarrollando en un ámbito realista y fantástico, que por momentos parecieran imágenes contrapuestas a la experiencia novelística, ―realista y fantástica―, del mundo isabelallendiano.

En efecto, tanto la obra de teatro ya publicada y llevada a escena en cuatro ocasiones, como su prosa y poemas inéditos y listos a ser publicados, están elaborados  en el génesis de unas “memorias sueltas”, que la autora fue escribiendo en el anverso de las recetas médicas, en las agendas anuales, en cuadernos del tiempo y en servilletas de aviones.

En ella convergen, con intensidad dramática, las inquietudes religiosas y filosóficas, a veces mediante la expresividad del realismo coloquial; otras veces, la diversidad de su pluma, nos hace viajar por distintos mundos, ya sean existentes o imaginados, como veremos en su segundo libro, próximo a ser publicado.

Actualmente la autora reside en Nicaragua.