En respuesta a carta pública pidiendo respeto para Doña Violeta

by lourdeschamorrocesar

Hay momentos en la vida que los insultos, mas bien nos enaltecen. Que las injusticias nos purifican y la humildad nos eleva a un plano superior. Hay momentos también cuando los insultos, las injusticias y las humillaciones vienen de personas que tristemente lo único que logran con ello es recordarnos quienes son. Reconozco pues que esos insultos y esa injusticia, provienen de un reflejo irracional, sin actuación de la conciencia; por consiguiente no tienen ningún valor en las premisas de lo que llamamos: La REGLA de ORO, que nos enseña que “En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno, con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona“.

 Hoy, además de rechazar los insultos hechos a Doña Violeta, siento que se me escapa de las manos el gesto de aceptar con humildad los insultos y las injusticias, pues provienen de almas sin conciencia. Viniendo de donde vienen, no nos queda mas que dejarlas escapar de entre los dedos, como se nos escapa de entre los dedos la espuma del mar al contacto del viento.

Esos insultos e injusticias hechos a doña Violeta, solamente tienen el efecto en mi, de recordarme una vez mas, quienes son los Sandinistas y quienes los que los rodean. Nunca olvidemos quienes son y el daño profundo que le causaron a nuestra Nicaragua. Nunca podré olvidar las muertes de seres queridos por una revolución indigna, entre ellos la muerte inocente de mi hermano pequeño, del benjamín de mis hermanos. Nunca podré olvidar el saqueo de fortunas bien habidas pertenecientes a nicaraguenses inocentes, solamente para enriquecer sus arcas, sin tomar en cuenta al pueblo muerto de hambre y lleno de esperanzas. Nunca olvidaré que a pesar de haberse posicionado de nuevo en un lugar cívico en nuestro suelo, la historia los marca para siempre con el sello de la anti REGLA DE ORO, por lo tanto, siguen siendo los mismos, con sus mismos reflejos de sus mismas costumbres de antaño.

Doña Violeta, es usted merecedora de todo mi respeto y una gran admiración. Entre mas insultos dicen, mas nos recuerdan la calidad de persona humana que es Usted. Entre mas injusticias, menos olvidamos lo que ellos son.

Rechazo hoy los insultos dirigidos a la dignidad de Doña Violeta, al mismo tiempo que los recojo como la espuma del mar, para dejarlos escapar fácilmente de entre mis dedos, reteniéndolos por un instante, solamente con la intención de nunca querer olvidar lo que fueron, lo que son y lo que nunca dejarán de ser.

Lourdes Chamorro César

Nicaragua, 26 de febrero de 2010