¿FB o señales de humo?
by lourdeschamorrocesar
Dime abuela, dime,
cómo era tu tiempo
cómo era el mar, cómo el cielo,
cómo las calles y el transitar.
Bajo el cielo era
mi tiempo de sembrar,
dejar huellas,
descubrir rincones,
recoger leyendas,
compartir canciones
y conchas y caracoles
habían en el mar.
Dime abuela, dime…
cómo era tu vida;
dime algo que no sepa
que te pudo pasar…
Déjame pensar…
Piensa abuela, piensa,
para luego yo contar…
Había un lugar
sin nombre
y si algún nombre tenía,
no lo puedo recordar;
tan solo recuerdo que un día
entré ahí a curiosear.
Dime abuela, dime…
Qué encontraste,
qué había, qué hacías
en ese lugar…
No supe si era un pueblo,
no supe si era un mar,
sí recuerdo que había
un espacio al transitar;
las calles día a día
de amigos se llenaban;
las puertas sin candado
Invitaban a entrar.
Recorría sus dos calles
y paraba a descansar
y si algo me llamaba,
sin tocar podia entrar;
Y si a una casa entraba,
Yo podia curiosear;
si quería que supieran
que llegué a visitar,
una señita dejaba,
sin papel, ni celular.
Muchas casas habían
de mil cosas adornadas;
eran llenas o calladas,
de todo un poco habitadas;
música, poemas, flores;
luna, soles, o poesía;
recetas, política, nostalgias;
rostros, juegos y paisajes;
rezos, llanto o risas
y hasta gran filosofía;
éramos todos mortales
pues ahí muertos no habían.
Era un mundo fantasioso,
real y contagioso;
mágico, diferente,
dulce a veces
o ruidoso,
lento, rápido,
alegre, triste,
salamero o quimeroso;
timidez y libertad
sencillez y complicado
dulce y salado
también serio o temeroso.
Encontré muchos amigos,
nuevos, viejos,
divertidos,
niños,
mudos,
parlanchines,
serios, toscos,
bien cristianos,
escritores y poetas
cocineros y hasta locos.
Sin un mapa, sin licencia,
sin maletas ni transporte,
no pedían pasaporte
las fronteras invisibles;
alma y sueño, chispa y tiempo
eran alas que volaban
al encuentro de imposibles.
Y la abuela que descansa
en el unbral del recuerdo
posa su mano blanca
en el brazo del asiento;
una lágrima se asoma
es nostalgia, es recuerdo…
Y un pañuelo blanco
ya cansado por el tiempo,
busca entre sus manos
y abraza a su nieto.
Dime abuela, dime…
por qué lloras…
¿Acaso duele el alma
el recordar?
¡Qué recuerdo, hijo!
Qué recuerdo;
ya no recuerdo el nombre,
solamente los recuerdos…
Era un mundo fantasioso,
dulce, alegre y hasta tosco
que de pronto un día de esos,
con mis dedos torpes e inciertos,
¡AH! era tan frágil ese entorno,
que sin querer
de un solo gesto
no hubo nada…
se fue todo…
Entonces, abuela,
entiendo ahora
el por qué del humo las señales;
no hay botones, no hay peligro,
solo un fuego
y el mensaje…
Increíble tu relato
¿Me lo robo?
Llévatelo, es tuyo…
¡De algo más me has recordado!
Guárdalo en los archivos
y comparte tu pasado,
que recuerdos son recuerdos
que nos llevan de la mano…
y mensajes son mensajes,
aunque sean de lágrimas
mojados…
Lourdes Chamorro César.
14 de marzo de 2010.
Bello!!
lleno de nostalgia, cuanta ternura
encantador mi bella amiga.
Abrazos pinoleros..
Muchas gracias Julianita. Siempre tan amable. Gracias por tu tiempo de lectura y más por dejar tu huella ene ste espacio de mi mundo.