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La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Category: Prosa

La Lupe y la pérdida parcial de mi inocencia.

Me crié bajo los cuidos de mi abuela y las empleadas. En aquella época se acostumbraba adoptar una HIJA DE CASA, ya sea pariente de alguna de las empleadas, o proveniente de las haciendas. Su trabajo era “entretener” a las niñas: jugar con ellas, peinarlas o hacerles mandados; a cambio, iban al colegio y aprendían los oficios de la casa; especialmente en el caso de la Lupe, era su trabajo mas importante el de poner la mesa.

La Lupe era de mi edad: diez años. No se llamaba Lupe, sino Lourdes como yo. Sin embargo, le pusieron Lupe pues decían que muchas Lourdes en la casa, no podía ser. Le cambiaron su nombre. Sentí algo raro dentro de mí, pues a mí me gustaba mas el nombre que las dos llevábamos desde la Pila del Bautismo. Sin embargo, la Lupe no se alteró para nada y yo, en agradecimiento porque me dejó a mí el privilegio de llevar el propio nombre que recibí en la Pila Bautismal, la hice mi mejor amiga dentro de mi propia casa. Era un secreto entre nosotras, entre la Lourdes que era la Lourdes y la Lourdes que desde que llegó a mi casa, era la Lupe.

Nos hicimos inseparables, mas llegó con la Lupe la pérdida parcial de mi inocencia. Me enseñó la Lupe a ponerme un fríjol en el ombligo sostenido por una cinta adhesiva para que me diera fiebre. Aprendí que los hijos no nacen de los senos. Aprendí que El Niño Dios no era el que ponía los juguetes. Aprendí a esconderle los anteojos a la Mimi para cuando ella los buscara, fuera yo quien los encontrara. Aprendí a caminar descalza, así no se dieran cuenta que escuchaba muchos secretos detrás de alguna puerta. También aprendí con la Lupe y de la Lupe a hacerme morados en las piernas, para llamar la atención y así me sobaran con zepol y con cariño. Aprendí a ponerme muchos fustanes debajo de la falda, para que la tajona de la Mimi no me alcanzara la piel. Me enseñó la Lupe a subirme a los palos para cuando quisiera escaparme del mundo. Me enseñó a cantar las canciones de Peñaranda y su Conjunto y a bailar sobre el planchador, para deleite de todas las empleadas del patio de atrás. Pero sobre todo, con la Lupe saboreé por primera vez en mi vida el gusto al dinero.

La Lupe ponía la mesa y a decir verdad, no era su actividad favorita. Un día me pidió que la pusiera yo y que a cambio me daría cinco córdobas. Lo hice a escondidas y fue tan buena la experiencia, que todos los días me pagaba la Lupe para que yo hiciera lo mismo. Era tan bueno tener dinero para compartir y poder comprar todos los libros y juguetes de la Librería Cristina Morales, que mi abuela misma se sorprendía de lo temprano que estaba la mesa puesta.

Un día, mi hermana mayor, encontró a la Lupe cerrando uno de los roperos de luna de mi abuela. Tenía en su mano izquierda cinco córdobas. Entonces comprendí por qué la Lupe me enseñó muchas cosas, pero nunca me enseñó a abrir el ropero de mi abuela. Desde ese día la Lupe desapareció de mi casa. Años después supe que murió de parto a los quince años.

A mí me mandaron a confesar con el Padre Morales. Eran tantos los pecados, que hice lo que la Lupe también me había enseñado; dije unos dos o tres de los menos graves y después, con mi vocecita solamente ya medio inocente, le dije al Padre que me perdonara todos mis pecados OLVIDADOS POR CONVENIENCIA. Hoy, creo que el Padre comprendió, pues todavía siento un ruidito en mis recuerdos, que con el tiempo descifré que era una carcajada contenida, proveniente de la ventanita de aquel oscuro confesionario. Desde entonces supe también que no existen por aparte el bien y el mal, sino que los llevamos por dentro, hasta que aparece una Lupe. Quizás la Lupe tuvo a una Lupe en su vida también, aunque hoy creo que no era mala, solamente traviesa. Era también “cool“ la Lupe. Siempre la recuerdo, quizás porque con ella llegó la pérdida parcial de mi inocencia.

Lourdes Chamorro César. S. XX.

¿Por qué las flores del malinche son rojas?

Tamagaz era el hijo del cacique Tamagaz Juri y según disposición de los ancianos de la tribu que habían estudiado las estrellas desde que Tamagaz vino al mundo, la esposa debería poseer ciertas cualidades, no solo físicas, sino también cualidades únicas y gracia revestida de cierta magia embrujante, acorde con la casta de la propia cuna de Tamagaz, ya que sería el cacique de la tribu, cuando su padre desapareciera.

Soche, aunque no era de la cuna misma de Tamagaz, reunía las suficientes cualidades para ser desposada por el partido mas codiciado en toda la región de lo que se llamaría América años mas tarde. Soche, india chorotega muy agraciada, era la admiración de quienes la habían visto crecer. Esbelta, con unas piernas largas que hacían compararla con los pavos reales, de pelo sedoso y a diferencia de todas las demás indias, era ondulado y era su cabello una de las señales que los ancianos del consejo, habían identificado como un mensaje de las estrellas, pues por ser diferente, era de seguro la escogida por los dioses para ser la esposa de Tamagaz. Sus ojos eran otra incógnita, pues en vez de ser achinados y pequeñitos, la redondez y la inmensidad de ellos, invitaban a sumergirse en la profundidad de su mirada, a veces pícara, a veces tímida.

Cuando celebraban las lluvias de mayo, era Soche la escogida para danzarle al fuego y toda la tribu la rodeaba, dejando que su belleza convenciera a las nubes de que el fuego era un buen elemento para decirle a la lluvia cuándo caer y cuándo parar. Y Soche lograba convencer con su danza, no solo a la tribu, sino al mismo fuego y al mismo sol y así desde que Soche era la que danzaba para las lluvias de mayo, las lluvias nunca perdieron esa armonía entre nubes y fuego, entre lo mucho y lo poco. Y fue así que Soche cada año, cada día y cada hora, sin querer, se iba haciendo la favorita para desposar a Tamagaz.

Pero los ancianos no contaban con el corazón de Soche, el cual pertenecía desde siempre a Nayounbue.

Nayoumbue era guerrero fuerte y valiente y desde su nacimiento quedó huérfano. El Lago se desbordó un día, llevándose a la mitad de la tribu que dormía placenteramente. Nayoumbue se salvó de milagro, cuando el mono que era la mascota de su padre, había sido entrenado para cuidarlo. El mono Chongui, sintió algo raro en el ambiente ese día desde temprano y su instinto animal lo hizo hacer lo que muchas veces hacía durante el día: Tomar de la hamaca a Nayoumbue y escalar el malinche que había en la parte de atrás del rancho, entre su rancho y el de Soche, que entonces no había nacido. Así se salvó Nayoumbue de las aguas rebeldes del lago y desde entonces, Chongui era su sombra.

Desde niños, eran inseparables, Nayoumbue y Soche. Y así habían crecido y así la amistad de la infancia se había convertido en admiración mutua y luego en pasión arrebatada. Los padres de Soche adoraban a Nayoumbue, pero en el fondo tenían ambición de un mejor matrimonio para su bella hija. Nayoumbue era también hermoso, pero los padres de Soche sabían de los planes de los ancianos del consejo y así, se pasaban los días, haciendo mil trampas para alargar la unión de Soche y Nayoumbue. Mientras los padres soñaban con planes gloriosos para su Soche, estos, cada noche, se sentaban a la orilla del lago, a tejer sueños e ilusiones. Un romance inocente y puro los envolvía cada día mas y mas.

Llegó el día, donde los ancianos proclamaron una gran celebración en la tribu. Todas las tribus habían sido invitadas a celebrar el renacer de una nueva estrella en el firmamento, que la llamarían Chagualintla; la cual les anunciaba con brillantez, que había llegado el día de escoger esposa para Tamagaz. Había crecido Tamagaz en audacia, valentía y hermosura y aunque eran de diferente estrato social, él y Nayoumbue, eran compañeros de caza, con la condición silenciosa que después de la faena, cada quién tomaba el sendero a su refugio, sin dirigirse siquiera una palabra. Dicen en la tribu, que entre los dos, comenzaba a haber cierta competencia en lo que respecta a la destreza del arco y las flechas, como también de los arpones hechos de punta de pedernal. No se diga ya, en la belleza física de cada quién, que aunque nada tenían en común, sus figuras guerreras y bien formadas, cuando se adentraban en los bosques, dicen que tiraban chispas como de pedernales que se juntan.

Ese día, la tribu se engalanó, las indias todas vestidas de colores vivos, con sus mejores pulseras y collares de jade pálido verde o negro mustio, iban desfilando frente al consejo de ancianos. Aunque de manera oficial no se había dicho el nombre de la escogida, todos esperaban que fuera Soche…Todos, menos Soche y Nayoumbue.

Comenzaron el festejo, con el fuego encendido y las danzas alrededor, los tambores redoblantes anunciaban un nuevo amanecer en la vida de Tamagaz y por consiguiente de la tribu en general; Soche con su danza, traería alegría y prosperidad. El día anterior, los padres de Tamagaz habían visitado los alrededores de la tribu y un descanso bajo el malinche, había sido suficiente para alertar sobre la escogencia de la futura esposa de Tamagaz, a todos los habitantes de la región, especialmente a Nayounbue y a su acompañante, Chongui.

Los invitados y la tribu entera, esperaban el primer redoble de los tambores hechos de conchas de tortuga, cuando la noche dibujara la silueta de Soche. Los padres de Soche, habían convenido llegar primero a la Plaza principal de la tribu, que era una planicie donde hoy es la Iglesia de Guadalupe en Granada. Todo era luz, chispas, retumbo de tambores y alegría enaltecida por la chicha de garrafón que desde hacía un año, los ancianos habían enterrado en jarras de barro, en las arenas del lago, para su fermentación.

Pasó parte de la noche, entre danzas y chicha de garrafón, entre tambores y algarabía. Soche, estaba supuesta a cruzar el trecho entre la Plaza y el malinche que dividía el espacio de su hogar con el de la Plaza, cuando los encargados sonaran el primer cuernazo de cacho de toro.

Su madre la había dejado lista, con una túnica blanca, hecha de manta importada desde lo que hoy es Guatemala, hilvanada con pelo de cabra y un simple adorno de florecitas rojas y amarillas, teñido de colores vegetales, al centro de la parte delantera que bordeaba el cuello en V, que a su vez, acariciaba sus senos. Su pelo, suelto a la brisa de la noche recién asomada, llevaría un toque de jazmines también blancos, para reafirmar su virginidad, la cual era un requisito indispensable al ser entregada al Gran Tamagaz. Sus pies descalzos, serían símbolo de humildad y entrega a su nuevo dueño y sus mejillas, apenas resaltadas con una pizca de achiote molido y desvanecido con agua del mismo lago, le darían un rubor digno de la virgen que debería de ser, al desposar al hijo del cacique.

Los tambores de carey, sostuvieron su primer redoble, suave y sostenido. Todos los presentes, suspendieron su respiración, en espera de la silueta de Soche.  Un silencio absoluto, hizo que Tamagaz se impacientara y que sus ojos buscaran alrededor por su prometida. Sabía Tamagaz del atractivo que existía entre Soche y Nayoumbue, por lo tanto, sus pensamientos se regocijaron en la idea de sacarle ventaja a su siempre rival en caza y pesca. Después de esa noche, donde consumaría la unión, no habría ya importancia de la rivalidad en los bosques o en el lago, lo importante habría sido conquistado y logrado, como era humillarlo en lo que mas puede dolerle al corazón y a la dignidad: Hacer suya a Soche para siempre. Un chasquido de dedos, del anciano Mayor, lo sacó de sus pensamientos y el segundo redoble de tambores se escuchó. Los instantes seguían su marcha silenciosa para adentrarse en la noche. Soche no aparecía por ninguno de los costados de la plaza. Todos comenzaron a inquietarse.

De pronto, Chongui aparece corriendo y Tamagaz lo ve entrar al círculo sagrado del fuego. Chongui comienza a brincar y Tamagaz lo toma de la mano, mientras alrededor todo el universo se somete a un silencio pavoroso. Los padres de Soche, dejan de bailar. Los invitados tiran sus jícaras llenas de chicha de garrafón, los ancianos se paralizan, mientras Tamagaz y su padre el Cacique Tamagas Juris, siguen a Chongui a través de la plaza.

La tribu entera los sigue. En silencio caminan hacia donde Chongui conduce a Tamagaz y a Tamagaz Juri. Al atravesar la Plaza y entrar al corralito que guarda el malinche, un resplandor cegante y rasante, paraliza a los cienes de indios vestidos de gala y embriagados con la mejor de las chichas de aquellos lugares. Soche y Nayoumbue, yacen abrazados a los pies del malinche, cubiertos su bellos cuerpos de brillantes luces. El vestido de Soche ya no es blanco, sino de un rojo sangre subido y encendido. Su amado, pintado de rojo también, la abraza inerte. Todos callan, todo se paraliza, menos el Chongui, que brincando y bailando, le entrega a Tamagaz un cuchillo de punta de pedernal bien labrada.

El Chongui, una vez mas, liberaba de la muerte, esta vez con la misma muerte, a su amado Nayoumbue y esta vez también, le otorgaba el privilegio de vivir eternamente, al lado de su amada, en el mismo árbol que un día le sirvió para salvarlo de las aguas del lago.

Desde ese día, el árbol de malinche florece durante tres meses consecutivos, que son los tres meses que duró el brillo en la aldea, hasta que sus flores fueron reemplazadas por vainas, en forma de cuchillo con punta de pedernal bien labrada…Por eso, la flor del malinche es roja; roja como la sangre que le dió vida al amor eterno de Soche y Nayoumbue….Gracias a Chongui que desde hacía días sentía algo raro en el ambiente… La sangre de sus almas, que pringara como torrente el malinche, lo hizo florecer, teñido de rojo, de ese rojo que solo la sangre pura de un amor puro puede la muerte o la vida teñir.

y desde ese día, las flores del malinche son rojas.

Lourdes Chamorro César. Diciembre de 2010.

Recetas falibles e infalibles

Con su ayuda, pude construir un puente grande y fuerte para conectar su siglo diecinueve con mi siglo veinte. La Mimi, mi gran maestra, llena de amor y sabiduría. Para reír juntos un poco. Porque la vida es así, una de lágrimas y una de risas y siento que les debo la de risa. Suficiente de lágrimas por hoy.  No hay secuencia, simplemente recordé y escribí algunas anécdotas y consejos. Escogí una de mis favoritas, para cerrar con broche de oro; así que los invito a llegar hasta el final. Que disfruten.

¿Quién es ese muchacho? Me preguntó un día ¿Por qué, Mimi? Porque a una dama, un caballero jamás le pregunta dónde queda el baño. Pero Mimi, se estaba haciendo pi. Un caballero jamás le pregunta a una dama dónde queda el baño, repitió.

Cuando bailes con un muchacho, tiene que pasar un rayo de luz entre los dos.  Algunas veces se me olvidó. Sorry, Mimi.

En una casa, siempre tiene que haber una máquina de coser, un espejo de cuerpo entero y un martillo. Entiendo lo de la máquina de coser y el martillo, pero no lo del espejo de cuerpo entero, le dije. Antes de salir, tenes que verte de pies a cabeza, porque el zapato hace el vestido. Me respondió. Además de siempre tener un espejo de cuerpo entero, se me ocurrió ser fan de zapatos.

Mimi, no quiero esa cosa amarga. Es que la quinina evita que te vayas a resfriar.

¿Y por qué tengo que tomar cada día Emulsión de Scott? Es horrible, solamente el hombre y el pescado son bonitos. Porque el aceite de hígado de bacalao te fortalece el crecimiento.

Mimi, ¿Por qué esos toques de colubiasol? Esa cosa anaranjada me hace náuseas con ese palito hasta la campanilla. Niña, por si acaso están inflamadas las glándulas.

Mimi ¿Y el aceite de castor? Eso sí que es espantosamente espeso y nunca termina de pasarme por la garganta. Porque así como limpias el alma con la confesión, así el cuerpo necesita limpiarse.

Mimi ¿Y por qué me mandas a confesar por cualquier cosa? Porque así como el cuerpo se limpia con el aceite de castor, así el alma también necesita limpiarse.

¿Y por qué no podemos comer frutas después de las cuatro de la tarde? Nunca pregunté, solamente no comíamos, pero hoy me imagino que era para evitar hacernos pi en la cama.

¿Por qué no podemos usar el cuchillo para partir el pescado? Porque el contacto del cuchillo con el pescado, despide veneno. Nunca supe si era cierto, pues nunca uso el cuchillo para comer pescado.

Una cucharadita de aceite de oliva antes del almuerzo, ayuda a hacer la digestion  ¿Es cierto eso, Mimi?

Un postre o si no hay postre, una cucharadita de azúcar después de la comida, balancea todos los elementos del estómago. Y siempre había algún dulce en la casa.

Si prometes algo, cumplilo, aunque te cueste dolor. La palabra es valiosa.

Sin embargo, si algo te molesta o alguien te hace sufrir repetidamente y sin razón, arrancátelo, aunque con ello se vaya un pedazo de corazón.

Nunca dejes que nadie arregle tu cama, porque es el rincón mas sagrado que tenes en tu casa, es donde te  encontrás todas las noches con tus sueños, tus idilios y tus pesares.

Una mujercita desordenada, dice mucho de su exterior y poco de su interior.

Si vuelve, es porque te quiere. Me dijo un día que sufría yo de ausencia.

Los tesoros que caben en el baúl, pueden perderse, no así los que llevas con vos siempre. Si los tesoros caben en tu corazón, entonces son verdaderos tesoros, esos te darán felicidad. Y los que llevas en tu corazón y tu mente, son los que te abrirán las puertas de la prosperidad. ¿Entonces Mimi, la constante es el corazón?

Quien es tu amigo, siempre querrá lo mejor para vos. Quien es tu amigo, no puede ser tu enemigo.

Confiá, hasta que te traicionen, pero estate segura de lo que significa una traición. Le pregunté entonces cómo podría saber de eso y su respuesta fue: Cuando sintas irremediablemente el alma herida.

Si alguien te araña el alma estando de buenas con vos, quiere decir que no le importas mucho.

Y la quinina, las pastillas “sucias“ y “pecosas“ de vitamina C, el Zepol, Vick Vaporrub en todos sus empaques y presentaciones, el corpiño, el fustán, los libros para leerlos y volverlos a leer y luego nos ponía a caminar con ellos en la cabeza para aprender a caminar recto, el corcho entre los dientes para poder hablar bonito, las planas de caligrafía, las clases de guitarra, porque todas nacemos con alguna gracia y solamente hay que descubrirla… Una  señorita tiene que aprender tres cosas, nos decía: Aprender a conducir, mecanografía e inglés. Ese era su máximo concepto de la modernidad y estaba correcta.

Un día hablamos sobre el amor, es que se podia hablar de todo con ella, aunque se ruborizara de vez en cuando y me preguntó que qué creía yo qué era lo mas importante en una relación y por supuesto que le respondí que el amor. No, me dijo, es el respeto, porque el amor es respetuoso.

Y para terminar, cierro con broche de oro esta nota, aunque hay mucho mas, sobre sus anécdotas y enseñanzas. A quienes hice llorar ayer con el poema, espero que rían hoy con estos recuerdos.

Mimi ¿Por qué pusiste ese cartón con ese mecatito arriba de la pantalla de la television? Niña, porque no es bueno que estén viendo besarse a los artistas en la novela….Y en cuanto empezaba la escena de algún beso, la Mimi desde su mecedora, jalaba el mecatito y la pieza de cartón bajaba rapidamente, calzando perfecto delante de la pantalla de nuestro viejo televisor.

Lourdes Chamorro César. enero 30, 2011.

La Granadilla

“El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.”
William Faulkner.

 …Viviamos los tres meses de vacaciones en la hacienda. Jamás quería regresar a la ciudad. Llegábamos al portón de la hacienda donde había un gran rótulo con el nombre “La Granadilla”, sobre un marco rústico. Encima y bordeando el marco, había una enredadera de tiguilotes. Sacábamos las manos para arrancar una ramita y comerlos. No me gustaban, me dejaban la boca tetelque, pero era parte del ritual de todos los viajes. Era una casa hacienda hermosísima de cuatro corredores. Habían dos cuartos y solamente un baño. La cocina era de leña y nos encantaba meter entre las brazas las semillas de marañón, para después de tostadas las pudiéramos quebrar con una piedra y saborearlas. Enfrente de la casa, había un inmenso y legendario palo de mamón. Era mi favorito. Era aquí donde los campistos amarraban los caballos. No podíamos comer mamones, a no ser que nos pusiéramos un vestido viejo ya manchado de varias cosechas de mamones. …[1]

Llena de nostalgia, he leído en el suplemento Revista un artículo titulado “El sabor de la vida cotidiana”  (2 de febrero del 2006), el cual ha intensificado mi sentir y los recuerdos. Mis muertos, a los cuales les he dado vida en la obra de teatro “El Palo de mamón”, cuyo escenario es una réplica de ese maravilloso rincón ubicado en las faldas del volcán Mombacho, hablan hoy conmigo.

En nombre de ellos quisiera preguntarles a los Sandinistas: “por qué nos arrebataron la Granadilla? Por qué? Ah! Era demasiado hermosa para no quedarse con ella…eran 900 y pico de manzanas, donde la magia y la armonía, se confabulaban para hacerme creer que ahí, en ese lugar, pudo haber sido el Paraíso Terrenal. Y en nombre de mis muertos, les cuento hoy, que aunque nos hayan arrebatado “La Granadilla”, aunque hayan cortado de un tajo mi palo de mamón, no pudieron arrebatarme el orgullo de haber vivido los mejores momentos de mi infancia en ese paraíso;  ni la oportunidad que la vida me ha dado para recuperarlo todo atrapando para siempre los recuerdos en “El Palo de Mamón” que jamás tampoco nadie me podrá arrebatar.


[1] “Mis primeros 20 años de vida.” Narrativa de donde salió mi obra de teatro.

 

De cómo los marshmallows me hicieron ceder las primeras mariposas de mi existencia

Mis queridos friends del Cafetín Bohemio:

Me piden que escriba una carta de amor. Sin embargo, he decidido escribirles a ustedes y compartir éste recuerdo, que es sobre mi primera illusión y de cómo los marshmallows me hicieron ceder las primeras mariposas que aparecieron en mi estómago. Un amor platónico, que solamente existió en mi.

Ya no sé si fue real o inventada. Sin embargo, si la encontré en el baúl de mis secretos, debe de haber existido aunque quizás solamente en mi. Haciendo ciertos cambios, como el de haber pintado de otros colores los dos pares de ojos, hoy la he escogido para compartirla con ustedes, pensando que ya está escrito en muchas cartas, tantas expresiones de amor o de desamor. Alguna coincidencia con la existencia de cualquier par de ojos azules o verdes, es pura casualidad.

Esto es lo que encontré:

Recuerdo que de niña, cuando ibamos a las Primeras Comuniones, nos daban un platito empacado preciosamente. Era quizás el desayuno que debíamos de saborear en el mismo instante de la fiestecita. Pero yo lo guardaba para llevárselo a mis hermanos y compartirlo con mis nanas. Recuerdo que en ese plato, había un pudincito del Condor, un pastelito de carne, un sandwich rectangular que era el de queso y el triangular era de jamón o mortadela. Una espumilla, un chocolate traído de los United, el cual era el símbolo de que en Granada nos estábamos agringando elegantemente y unos marshmallows blancos que nunca pude imaginarme cómo a alguien le pudieran gustar.

La estampita de recuerdo, siempre la colocaban debajo del pudín así que se impregnaba de mantequilla. Tampoco pude comprender nunca el por qué no la colocaban debajo del chocolate o de la espumilla, sin embargo, al llegar a la casa, le echaba talco del de la Mimi, que recuerdo olía a viejita Linda. Así, llena de talco, la guardaba en mi cajita hermética, donde guardaba todos mis tesoros.

Al llegar a mi casa, eufórica con mi plato lleno de golosinas y repostería dominguera, lo único que faltaba en el plato eran los marshmallows. Me los había comido todos, así salvaba a alguien de  ese sabor tan espantoso. Eran los marshmallows, lo único que comía, pero por razones que nadie hubiera podido comprender. Como resultado, me dí la fama de que me encantaban los marshmallows y el día de mi Santo, siempre me regalaban una bolsa inmensa de ellos.

Empiezo con ésta anécdota de mi niñez, porque es muy válida para comprender lo que voy a contar. Dicho sea, que no sé si heredé el espíritu de ceder lo mejor de todo, o es que las monjas me inculcaron muchas buenas intenciones que a la larga, solamente me sirvieron para enredarme el gusto y la fama. Lo que sí sé es que con ese espíritu, viví mi vida primera, hasta que se arraigó profundamente y ya era tarde luego para arrancarme el mal gusto y la buena fama.

Así crecí, comiendo marshamallows que no me gustaban y compartiendo golosinas domingueras que a decir verdad, me moría por probarlas. Sin embargo, a cambio de comerme lo que no me gustaba y de no probar lo que me gustaba, conocí la alegría de compartir y de dar lo que realmente me costaba. Ahí entonces, encontré mi recompensa.

Mi casa era el punto de reunion del vecindario. Un día, llegaron a la casa los amigos de mis hermanos como solía siempre suceder. Eran nuestros vecinos que prácticamente vivían en mi casa jugando baseball, rayuela o trompo. Yo tenía por ese tiempo unos doce años y mi hermana unos once. Todavía no nos habíamos hecho mujeres. Estábamos acostumbradas a que mi casa se llenara de chavalos y a todos los veíamos como hermanos, pues los conocíamos desde que nacimos junto con sus hermanos y hermanas.

Pero ese día fue diferente. Aparecieron mis vecinos con dos primos. Eran de Managua, al menos habían crecido en Managua, aunque sus familias eran de Granada. Mi  hermana y yo, nos quedamos estáticas de admiración, al ver a los primos de nuestros vecinos-amigos-hermanos. Uno con  pelo liso, sus ojos azules y nariz como de esos dioses griegos que había estudiado en la Mitología debajo de mi cama y el otro, pelo rizado, ojos verdes, un poco mas bajo que su hermano, pero también podría decir que me recordaba a algún héroe de la misma Mitología. Eran nuevos a mi vista y por primera vez en mi vida, aparecía ante mis ojos, algún prospecto que no fuera el vecino con cara de hermano. Fue ese día, cuando supe que mariposas pueden revolotear dentro de un estómago. Las primeras mariposas de mi existencia, las sentí ese día. Los vimos entrar y aunque ellos no nos vieron, nosotras nos supimos atrapadas. Corrimos a escondernos. Yo me sentía como la Eva del Paraíso y tenía que esconder mis sensaciones, mi emoción y mi rostro sonrojado. Mi hermana me siguió y logramos escondernos en el cuarto de  la Mimi, que tenía unos grandes espejos de luna y por ahí podríamos espiarlos, sin peligro de que nos descubrieran.

En nuestro escondiste, comenzamos a descifrar cuál de los dos era el mío y cual el de ella. Encontramos un grave problema, pues a las dos nos gustaba el de ojos azules y nariz de dios griego. Mi hermana insistía que ella lo había visto primero y yo insistía en que yo era mayor que ella y el de ojos azules era el mas grande porque se veía mas alto, por consiguiente, a mí me tocaba el mayor por ser mayor. No sé cuántos minutos, u horas o días o veranos habremos pasado soñando y esperando a que aparecieran de nuevo en mi casa aquellos ojos y decidiendo qué par de ojos eran los de ella y cuales los míos. Lo que sí sé es que recordé los marshmallows de las Primeras Comuniones y recordé que ceder siempre la mejor golosina, me daba resultados satisfactorios, además que no conocía el otro lado de esa actitud. Una vez mas en la vida, el enredo que tenía en el gusto y la fama, me hicieron comerme los marshmallows que no me gustaban para nada.Y como mi hermana insistía que el de ojos azules la había mirado a ella primero que a mi, pues quedamos en que el de ojos verdes era el mío y el de  ojos azules el de ella. Fue muy duro en aquel entonces, ceder mi ilusión, pero los marshmallows y su sabor, me ayudaron a aplacar aquellas mariposas intrusas e imprudentes. Sin embargo pensé que, en mis sueños podría soñar diferente y ella ni cuenta se daría. Y así fue. Soñé y soñé, hasta que el sueño se esfumó, porque otros ojos, cuando ya me hice mujer, me miraron y me atraparon para siempre.

Esta es la historia de cómo los marshmallows influyeron en mi decision de ceder una ilusión detrás de una puerta y de cómo esas mariposas se fueron acallando, hasta que otras, por una nueva ilusión, aparecieron para quedarse.

Pasó el tiempo…muchos veranos pasaron y siempre mi hermana y yo, recordamos con cariño, aquella repartición de ojos que hicimos un día detrás de una puerta, sin que los dueños de esos ojos pudieran siquiera imaginarlo. Sin que los marshmallows o los que los inventaron, pudieran saber la gran trascendencia que tuvieron en mi interior al no gustarme.

Hoy, ya en nuestro otoño, por cosas del destino o del mismo Dios, esos ojos azules que un día le cedi a  mi hermana, se me presentan tan cerca de mi alma, como las gotas de rocío que apenas humedecen el pasto por las mañanas…ni el pasto reclama al rocío, ni el rocío pregunta si puede humedecerlo…los encuentro tan cerca y a la vez tan lejos, como el tiempo que ha pasado y que hoy parece que nunca pasó…

Hoy abro mi cajita donde guardo mis tesoros mas preciados, junto a las estampitas embadurnadas de mantequilla y cubiertas luego de talco de la Mimi…recojo las palabras que se me atropellan y afino mi pluma para regalarles este recuerdo: Un sueño de mi niñez, que le doy Gracias a Diosito que hoy puedo compartirlo, así gocemos de esta historia de unos ojos azules que nunca me miraron.

Lourdes Chamorro César.
Mayo de 2010.

Carta de la Gumer a Demetrio

Demetrio, simplemente Demetrio.

Tengo que sacarme todo esto que me apretuja demasiado entre el pecho y la columna. Es que me sofoca y no me deja ni dormir por la noche. Por mas fuerza que hago para cerrar mis ojitos, es bien diferente mi dormir en las noches, desde que me dejaste así, entre que si y que no, entre que no sé qué me pasa y que te pasa, entre que si te busco y no me buscas. Ya no pego ojo, se despegan cuando los quiero mantener dormidos.

Vos sabes Demetrio que ni terminé la primaria, entonces me tuve que arrimar a la Marina que ella si terminó la primaria y me prestó un librote bien grande y del grueso de una mazorca de elote para que rebuscara ahí, algunas de las palabras que nunca me aprendí porque nunca me dió la taranta de seguir alfabeteándome (del librote es esa palabra). La Marina es alfabeta, dicen por el pueblo y qué verdad que dicen eso porque vieras como me resuelve ese librote que se llama algo así como diccionario de la lengua…y es en español, porque si no, ni para qué registrarlo.

Pues sí, Demetrio, simplemente Demetrio. Y voy a ir al grano, porque eso de rodear para llegar a la vueltecita de la media esquina y que quedemos en ele olo chico zapote, es mas mejor ir por el sendero rectecito, sin tapujos y ocho cuartos que para qué derramar la leche y después llorarla…

Ahí voy pues, como esa estrella fugaz que divisamos aquel día en la quebradita…una, dos y tres…es que es bien difícil sacar las palabras que están ensartadas entre la garganta y el corazón….y los dedos no me dan la confidencialidad (sacado del librote que me prestó la Marina) para escribir lo que me aguijonea por todas partes.

Pero aquí voy, Demetrio, simplemente Demetrio…una, dos y tres…me pediste la prueba de amor y te la di y desde que te la di, apartando las naguas del camino y arrejuntando las piernas para que vos me las desapretaras en después, porque era demasiado la lucha que dice el padrecito de la ermita, que así se llama eso de luchar contra que no me agrarre  la tentación por todas las partes del cuerpo y de la interioridad (sacado del librote ese), que hasta de gallina sentía la piel de encima, pues …ay, ya ni sé por donde ando….a ver….ah, sí, que te di la prueba del amor que me rogaste incado en maíz ese día de la estrella fugaz…y entre que me arremolineaba contra vos, como un molenillo y me metía en mi nagua para taparme la cara roja de verguenza, pues pasó, Demetrio, lo que  tenía que pasar porque vos me confidenciaste (sacado del librote de la Marina que es alfabetísima), que la estrella fugaz era una seña de que vos eras mío y yo tuya….

Demetrio, simplemente Demetrio….y desde ese día, vengo a la quebradita a llorar porque nunca más apareciste…solo en mis sueños que sueño despierta porque mis ojitos no se quedan cerrados por más valeriana que paso por la garganta…y que no me llega al cerebelo (sacado del librote de la Marina, que me prestó).

¿Onde te metiste, Demetrio? Me dejaste aquí, con sentimiento de que ya no soy yo y sin ni siquiera decirme que mi prueba de amor fue tan bonita como esa estrella fugaz que me presentaste esa noche requeteoscura en la quebrada…

Dice la Marina que para qué te dí eso, que eso no se le da a los hombres, aunque sean de buena voluntad, porque de enmediato (no sé si escribe así, pero me suena así y no diferencio en el librote la deferencia de la palabra) , porque dice la Marina, que de inmediatísimo se les trepa encima a los hombres el complejo de un tal Don Juan…la verdad y para serte sincera, no sé de qué Don Juan hablaba la Marina, pero me parece que es un señor que le gusta pepenar amores en las quebradas y cuando ya se trepan la nagua, pues se aburren y las dejan ahí sentadas esperando…

Demetrio, simplemente Demetrio….no quiero que me hagas lo que Juan le hace a las mujeres …ese Juan que a saber a cuántas dejó destempladas en la orilla de la quebrada…No me dejes Juan, que diga DEMETRIO, no me dejes así de destemplada….¿Onde andas, Demetrio?

Y para terminar esta carta que escribí con el amor de esa noche de la estrella fugaz, te digo algo bien lindo que encontré en ese librote que algo así decía (porque ya se lo devolví a la Marina y se me quedó en la mente algo de lo que medio leí solamente)…dice algo como que cuando entregas tu alma bajo el embrujamiento emborrachado de una estrella fugaz,  no debemos de atarantarnos para sentirnos requetemal, al contrario, dice, aunque me late que me lo dice para que no me muera de malestar o de calentura. Pues dice la Marina que no me muera de nada, que mas bien que me sienta mejorada, porque esa luz, perdurará eternamente en quién nos levantó la nagua…y algo así también dice, como que el pachouli de la flor que el Juan o vos, Demetrio, arrancaron de su garden (en ingles, para que veas, Demetrio que hasta inglés estoy tratando de machacar para que me querrás  aunque sea una migajita) dicen que se queda bien concentrado (del diccionario de la Marina) en la palma de la mano de quién cortó la flor del garden.

Esa consolación me queda solamente…la de que ese diccionario no esté trastabillado y que sigas oliendo mi olor, que ya no es el mismo, pero que es el olor que te regalé aquella noche que me pediste la prueba de amor…

La Gumer (de Gumercinda).

Travesuras desde el cielo

Caramba!!!! Qué bien que se ve todo desde aquí!!!! O será que la operación de cataratas de los dos ojos que me hicieron en Miami en enero realmente sirve? Todo es más brillante, los colores son más vivos y hasta puedo ver sin anteojos y a larga distancia!!!Reconozco que fue bien hecha!

Mi Adorado Tormento!!!Lo veo!!! Quiero decirle que no sufra por mí!!! Que ésto es maravilloso!!! No llores por mí, viejito pelón, estamos felices…digo estamos, porque estamos juntos, vieras a cuánta gente me he encontrado…claro, ya no digamos a los muchachos!!! Ese Jorge a veces me vuelve loca, pero mi Albertito que es el que más conoce por aquí, me esconde por unos recovecos que a Jorge le cuesta encontrarnos…Javier está feliz, y entre Jorge y Albertito, le han ayudado a alcanzar la paz…estaba muy inquieto por haber perdido su lucha, pero cada día se encuentra mas tranquilo…cada día se alegra mas de estar aquí…

Mi Adorado Tormento, no llores por nosotros!!! Si supieras cómo es el cielo, como decis que dice  San Agustín…si supieras cómo es ésto!!! Sufrimos por el sufrimiento de Uds, pero también sabemos que es pasajero, ya que algún día, todos, todos, estaremos aquí, juntos para siempre. No llores por mí, te lo pido!

Veo todo tan claro, que tengo que regañarte…veo que no dormís en nuestra cama!!! Me imagino que es muy grande ya, pero deberías de descansar en ella…necesitas descansar de verdad!!! Ah, no puedo creer lo que estoy viendo desde aquí…es increíble!!! Me restriego los ojos, porque me es difícil creerlo,…esta operación de catarata me hace ver hasta lo mas diminuto en detalles…te cuento?

Estoy sentada en uno de los jardines del cielo, encontré aquí un palo de aguacates igualito al de mi casa que mi papá me dió la semilla…los muchachos andan por ahí conociendo otros caminos, ya que Albertito ha descubierto miles de rincones maravillosos, pero yo, preferí quedarme aquí, velándote y queriéndote decir que termines tu libro, que descanses, que aunque me haces falta, estoy llena de esperanza de que cuando llegues aquí, nos encontraremos y viviremos eternamente juntos…

Bueno, ya estoy como ya sabes quién, que me salgo del tema…estoy sentada debajo del palo de aguacate, pensando en mi Adorado Tormento, sufriendo por su sufrimiento…es mi único sufrimiento, pero lleno de esperanza, que es como un bálsamo milagroso…y de pronto, con los ojos operados en Miami, veo que en uno de los cuartos de la casa de los escoltas, está el baúl…el famoso baúl!!! Cómo puede ser eso? Y tanto que sufrí, pensando que era yo la culpable de que hubiera desaparecido!!! Hasta creí que realmente lo había regalado o botado…ya sabes Enrique, que todo fue una mala interpretación…ya saben todos que yo hubiera sido incapaz de regalar algo que no fuera que entendí que podía hacerlo…ya para qué contarte cómo fueron las cosas, todos sabemos la verdad…pero no puedo creer que sufrí de pura choña, porque el baúl está ahí, entre las miles de cosas y cajas y muebles que todavía se guardan en la casa de los escoltas, porque yo ya no quise seguir disponiendo de lo que entendí en un momento que podía disponer…

Es increíble cómo estos ojos operados en Miami, han podido encontrar desde aquí ese baúl…y ahora que sé que no fui yo la culpable de que desapareciera, cómo hago para dejarles saber a Uds. que ese baúl está ahí? Ese baúl que me hizo sufrir tanto…nunca me había sentido tan mal como ese día que me preguntaron por ese baúl y yo que pensé que tenía el alzaimer bien avanzado, porque no me acordaba de nada, ni siquiera recordaba su color  o su tamaño y menos de lo que había dentro, que dicen que eran cosas valiosas!!! Y ahora, sentada aquí, debajo de este palo de aguacates, en el jardín mas colorido y hermoso del cielo, con estos ojos que me operaron de catarata en Miami, sin mas ni mas, veo que el baúl está ahí, debajo de un colchón viejo, y encima del colchón hay unas sillas quebradas y alrededor hay unas cajas de ropa y un armario blanco y desquebrajado… realmente que es bien difícil encontrarlo…y además que esa puerta está con candado y desde el incidente del baúl, nadie entra ahí…pero cómo hago desde aquí para decirles que ahí está el baúl? Lo estoy viendo…con estos ojos que me operaron en Miami…

Ya sé cómo voy a hacer…los muchachos me pueden ayudar cuando regresen…pero por ahora, pienso que se podría provocar que se caiga una de las sillas quebradas y así, al escuchar el ruido, alguno de los escoltas tendrá que abrir la puerta…no, es bien difícil eso ya que el baúl está tan abajo que solamente verán que es una de las sillas que se cayó y volverán a cerrar la puerta…

AH! ya sé, que dejen el chorro abierto del lavaplatos y que se innunde la cocina y espero que el agua llegue hasta ahí y cuando se levanten los escoltas y vean que hay agua por debajo de la puerta, tienen que abrir el candado…no!!!! y si el agua se mete hasta donde estan ellos durmiendo? Pobres, veo que mas de alguno duerme en el piso sobre un colchón, ya que el otro cuarto está ocupado por ese chunchero…quá barbaridad!!! Tengo que hacer algo, no solo para que encuentren el baúl y salvar mi reputación, sino para que los escoltas puedan estar más cómodos…les escucho decir que ya nada es igual desde que me vine para acá!!! Aunque me alegro por mi ego, me da tristeza por ellos…tengo que pensar qué puedo hacer!!!

Y mis hijos nada que aparecen, qué disparate lo que estoy pensando!!! Mi angelito que está sentado cerca de mí, se ríe de lo que estoy pensando…se acerca más a mí y me cierra un ojo, como diciéndome: “Eso sí que va a funcionar Lila T…estás volviéndote tan traviesa como en tu infancia, jajajaja…me encanta eso…yo te ayudo….” dice mi angelito que está catalogado entre los mas traviesos y sabios de por aquí…y yo lo quedo viendo…es bello, luminoso, pero creo que lo veo así, por los ojos que me operaron en Miami…lo quedo viendo y nos atacamos de risa…todo el mundo que pasa por mi banca dorada cerca del palo de aguacate, nos quedan viendo y se sonríen con nosotros…todos saben que la Lila T. es ocurrente y que aunque hace poco vino aquí, les encanta ver cómo mi angelito me ayuda a hacer mis ocurrencias y mandarles mensajes a Uds. Aunque la mayoría de las veces pasan desapercibidos…pero dice Albertito que tenemos derecho a seguir conectados con nuestros seres queridos y que aunque Uds. no lo perciban directamente, de alguna manera la conexión existe…y que de diez intentos de comunicación, quizás uno lo perciben Uds., y que ese uno es suficiente para que sepan que estamos siempre pensando en Uds. Y ayudándoles desde aquí…por eso, cada día trato cien veces de decirte algo, Enrique, para que de esas cien, al menos diez de ellas las sintas, ya sea con el pensamiento, con soñar conmigo, con recordar algo de mí o con sentirme ahí, cerquita…A veces hasta te mando un mensaje de añoranza o de nostalgia…cuando siento que mis mensajes dulces, para darte resignación y paz no te están llegando, tengo que recurrir a esos otros…eso me lo enseñó Jorge que aunque no hace mucho vino, se las sabe todas…porque no es de nosotros el problema, me cuenta Javier que de tanto haber leído sobre esas cosas, es un ducho…dice que no es de nosotros el problema,  sino de la diferencia de planos que existen entre el de Uds. Y el de nosotros…y la mas grande diferencia es que nosotros podemos verlos a Uds, dice Javier…yo te veo a cada instante, Enrique Bolaños, con estos ojos operados en Miami…y lo mas en común que tenemos, entiendo yo ahora, es la esperanza…esa esperanza de que un día estaremos juntos para siempre…

Pero bueno, otra vez me salí del hilo. Hilo!!! Claro, es eso lo que tengo que hacer…algo que sea como un hilo que se pueda seguir hasta el cuarto enllavado donde está el famoso baúl…y es eso precisamente que el angelito de la Lila T. aplaude. La estrategia del hilo. Le llamaremos “siguiendo el hilo” dice el angelito travieso…pero cómo hacemos? Qué clase de hilo debemos de usar? Pregunta la Lila T.

El angelito que sabe bien de las costumbres y el modus vivendi de los personajes de El Raizón, dice que hay que escoger la clase de hilo primero y propone una gotera, porque sabe que va a llover mucho en el invierno…de tanto llover, se defondará el techo y los escoltas tendrán que darse cuenta de lo que hay en el cuarto. No, dice la Lila T. descartemos todo lo de agua, eso es muy complicado, y puede hacer mucho daño… no sabes que una gotera puede acabar con un techo?

De pronto, con los ojos operados de catarata en Miami, la Lila T. viendo para abajo de nuevo, descubre un nido de ratones bien afincado entre el famoso baúl y la pata del armario destartalado…Ahí está el hilo!!! Grita de felicidad. EL hilo!!! Dónde? Pregunta el angelito. Ahí, ese nido de ratones!!! Qué ratonero, hay por lo menos ocho ratones grandes y mira…son miles de ratoncitos crías!!! Qué horror!!! Con razón el colchón está todo chancomido de ratón!!! Qué desastre!!!! Hasta me da escalofrío!!!

Usemos los ratones!!! Dice la Lila T. Cómo? Dice el angelito…al menos a mí, si se me aparece un ratón, me desmayo, dice el angelito y creo que a la Norma la matamos del corazón si el ratón le pasa por los pies…y no digamos la Juanita!!! Es muy asquerosa…dice La Lila T.

Además, tiene que ser de madrugada, dice la Lila T. porque con mucho movimiento los ratones se esconden. AH!, no sabía eso, dice el angelito…con razón en el cielo no hay ratones, porque siempre hay movimiento, siempre hay fiesta, ahora entiendo el por qué de la ausencia de ellos por estos lados!…entonces, dice la Lila.T:  el único que se levanta de madrugada es Mi Viejito pelón… Tiene que ser a él al que le salga el ratón, sabes angelito? Enrique se levanta generalmente a las 4am. A veces antes…Y después de su rutina del baño, se acerca a la cocina antes de que salga el sol…con el segundo canto del gallo diría yo. Es el primero en entrar a la cocina cada día, tiene que ser él, el que encuentre la punta del hilo…

Qué hora es ahorita allá en la tierra? Pregunta la Lila T. Son las 3 y media am. Dice el angelito… perfec timing!!! Cómo alborotamos a los ratones? Dice el angelito. Bueno, dice la Lila T. mira, se cayó un pedazo de queso en el suelo, cerca de la cocina de los escoltas, soplemos para que se desborone de tal manera que los ratones lo sientan y salgan a buscarlo, hace rato que no salen de ahí, por estarse alimentando del colchón…pero al ver  y oler el queso, irán a buscar mas queso…desparramemos las migajas desde la puerta con candado, hasta el umbral de la cocina de la otra casa…qué te parece la idea? 

El angelito que no está familiarizado con el asunto de los ratones terrenales, no sabe qué opinar, pero se le ocurre empezar a soplar duro, duro, duro…milagrosamente, el pedazo de queso seco se desborona y se desparrama perfectamente por el suelo, desde la entrada del cuarto con candado, hasta la cocina de la otra casa…Perfecto!!! Dice la Lila T. ahí viene Enrique!!! Son cinco para las 4am!!! Ahí viene un ratón!!! Anda ratoncito, corre a la otra casa!!! Pero el ratón, desconfiado, se vuelve a meter a su nido…al entrar, dos de los ratoncitos mas pequeños y mas imprudentes, sienten su olor y quieren oler igual…salen y empiezan a rastrear las migajas desparramadas…se comen algunas y otras las dejan para después, ya que como locos descubren que hay miles de migajas…siguen corriendo hasta llegar a la cocina de la otra casa…la Lila T. y el angelito, no pueden creer que su plan está funcionando de maravilla….a todo esto, un gran círculo de personas, unas conocidas, otras menos conocidas, rodean al dúo travieso y se involucran en la aventura mas disparatada que se habría visto por los alrededores en los últimos tiempos…los ratoncitos, inocentes e imprudentes, entran a la cocina por el mueble que está pegado a la ventana del garage, donde encontraron un hueco en el cedazo, suficientemente grande para escurrirse en el hoyo y no quedar atrapados…

Con los ojos operados en Miami, la Lila T. observa azorada, junto con el angelito inocente sobre asuntos de ratones terrenales. Todos alrededor se callan, porque no quieren empañar la magia del momento…y todos observan cómo los dos ratoncitos se deslizan y caen en el counter de la cocina, en el momento que D. Enrique entra a servirse los dos deditos de café que cada mañana encuentra listo en el thermo que la Norma o la Juanita le dejan preparado…D. Enrique se asusta un poco, pero los ratones se escabullen y se meten dentro de una de las rendijas del mueble…D. Enrique se sirve el café y sale de prisa pensando que en cuanto amanezca, les dirá a todos que hay ratones en la casa…la Merlet llegará pronto y será la encargada de seguir el hilo…dicho sea de paso, ella también sufrió por el misterio del famoso baúl…

Así fue cómo entrada la mañana, empezaron a seguir el hilo de los ratones. Los escoltas contaron que habían ratones desde hace rato, que creían que venían del cuarto enllavado con candado, donde se guardaban los muebles desvencijados, las cajas de carton selladas y algún que otro colchón chancomido, del malentendido que fue para la Lila T. un gran dolor de corazón…y encontraron que un nido de ratones se había afincado debajo de un baúl viejo y húmedo, lleno dicen de cosas valiosas, que se había perdido dicen, porque la Lila T. había dispuesto de lo que creyó que podía disponer…

Siguieron desde la casa el hilo…el hilo de los ratones, hasta llegar al cuarto enllavado con un candado…y así fue cómo sucedió…yo lo sé porque mi corazón me hizo despertar la imaginación para sentir  que nuestros seres amados nos mandan mensajes claros y divertidos a veces, confusos y disparatados, otras veces, para poder esclarecer las incógnitas que nos quedan aquí en la tierra.

En una banca dorada y mullida, debajo de un palo de aguacate, la Lila T. con sus ojos operados de catarata en Miami y un angelito travieso, inocente en asunto de ratones terrenales, cuentan a todos a su alrededor, la historia de cómo hicieron possible que “siguiendo el hilo”, nos diéramos cuenta aquí en la tierra, que si actuamos de buena fe y con la verdad en el corazón, no importa cuánto tiempo pase por delante de nuestras vidas…porque en ésta vida o en la otra, o desde esta vida o desde la otra, cada misterio tiene su revelación y cada verdad tiene su tiempo para ser reconocida, aunque por seguir el hilo, se haya desatado una gran invasión de ratones en la tierra y las carcajadas mas deliciosas en el cielo…

Lourdes Chamorro Cesar
14 de octubre de 2008

Jorge y San Pedro. Un sueño que tuve hace seis años ya.

Anoche  soñé con Jorge.

Soñé que Jorge llegaba a la Puerta del Cielo y San Pedro lo esperaba. Antes que Jorge golpeara la puerta, ésta se abre y San Pedro quiere saludarlo o decirle algo, pero Jorge no lo deja. Jorge comienza a hacerle miles de preguntas: ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién sos vos? ¿Por qué ya no me siento mal? ¿Dónde está Mario Paisano? (el escolta) ¿Cómo es esto? ¿Cómo vine aquí? ¡Tengo que despertar! ¿Será que me estoy volviendo loco de verdad? ¡Púchica! ¡Ya sé quien sos vos! ¡Pero no puede ser! Si hoy en la mañana estuve en la televisión con la Rhina Cardenal y ni siquiera he escuchado los comentarios sobre la entrevista.

Se pasea Jorge por el umbral de la Puerta Principal del Cielo y San Pedro hace un gesto con las manos como calmándolo. San Pedro quiere decirle algo, pero Jorge no lo deja: no puede ser, decíme hombre que estoy soñando…ni siquiera me despedí de mi hija…ella llegó y yo estaba descansando para supuestamente levantarme bien por la mañana. Y estoy esperando la llamada de mi amigo; le dejé un mensaje; necesitaba hablar con alguien y sé que mañana me contestará la llamada. ¿Y mi trabajo? Bueno, he estado esperando una cita para un nuevo contrato ¿Será que ésta vez sí es de verdad? Ya me hace falta. ¿Y los planos de mi casa? Ya los tengo listos; sólo me falta reunirme con el arquitecto para definir ciertas cosas ¿Y mi viaje a Guatemala? ¡Ya tengo el boleto! ¡Púchica San Pedro! ¡No puede ser esto, no puede ser!

Se pasa Jorge las dos manos sobre su pelo; mueve su cabeza para un lado y para otro y desconcertado, se sienta en una banquita coloreada de oropel situada contra una de las murallas de la entrada al cielo. San Pedro lo quiere calmar, decirle algo, pero Jorge no lo deja. Se para frente a San Pedro y le dice: Hey maje ¿Y mi lucha junto a la del Churruco? (Su padre) ¿Y mi nuevo escrito que no he publicado? ¿Y la boda del Gordo y la Luchi? (sobrino) Yo no me puedo perder de eso. Además estoy joven y de acach… perdón, perdón, San Pedro…y no le di un beso en la pelona a mi viejito pelón (su padre). Y no le dije a mi Lila T (su mamá) que los últimos nacatamales que hizo estaban buenísimos…y el pedido de libros que hice para Valeria (su única hija) del Discovery Chanel…

San Pedro lo interrumpe por fin: Hijo mío, no te agobies. Entra y relájate, ¿Quieres algo de tomar? Sé que te gusta el whisky de malta y el carpaccio de salmón. Vamos. Tomemos algo y platiquemos. No tienes de qué angustiarte. ¡Tú no estás muerto! Nunca lo estarás, al contrario. Mira allá en la tierra, mira cómo vives en cada uno de los seres que en sus caminos te cruzaste; mira cuánta gente te quiere. Jorge ve hacia la tierra y emocionado, lo interrumpe: Púchica, yo no sabía…¡Qué cantidad de gente la que llora por mí! Y pensativo: ¿Será que uno tiene que morirse para darse cuenta de que realmente era querido y apreciado? Púchica San Pedro, ¡Qué pijudo se ve todo eso desde aquí! Más calmado y mas pensativo, Jorge queda viendo fijamente a San Pedro y le dice: quiero pedirte un favor, barbudo…perdón, Pedro, quiero pedirte un favor ¿Me dejás permanecer un poco más en contacto con mi hija y mis padres y algunos de mis amigos? ¿Puedo darle instrucciones a la Mama Queta…bueno, así le llamo a mi hermano Enrique…sobre la educación de mi Valeria? Es importante…

San Pedro lo interrumpe de nuevo y posando una de sus manos sobre su hombro le dice: No te angusties hijo, no te angusties. Ya te dije y te lo vuelvo a decir…tú vives en ellos, porque ellos te aman. Nunca morirás para quienes te han amado. Uno no muere…y tú has encendido tantas velas que será imposible aún para el mismo tiempo, apagarlas. Entra hijo, entra, que aquí afuera ya se está haciendo tarde…

Y me desperté…

Cuidate Chavalito.

Con todo mi amor, tu cuñadita. 

Lourdes Chamorro César
Miami 27 de Julio, 2005.

De tumbas y epitafios

¿Dónde queda Juan Mendoza? ¿Y dónde la Mariita Carranza? ¿En qué tumba escribieron: Te echo tierra para que nunca jamás podás salirte de ahí? ¿Y dónde el epitafio?: Grande hice el hoyo, para que cuando yo muera, me entierren cerquita de vos y no sienta nunca el frío…

En días como hoy, Día de Todos los Santos, por muchos años nos vestían de domingo y desde las diez de la mañana, nos encaminábamos al cementerio. Era como un día de picnic, al menos así lo siento hoy. Recuerdo que generalmente nos vestían de blanco y con la Mimi (mi abuela) y la Teresa (la nana) y una canasta de sandwiches de relleno de pollo algunos y otros de queso de crema molido con chiltomas verdes y algún refresco en thermos que regresaban quebrados, llegábamos como en procesión. ¡AH! Que no se me olvide mencionar la cantidad de flores, especialmente de color amarillo que desde el día anterior esperaban también el Día de Todos Los Santos.

Era un día largo, quizás el más largo y soleado del año. Y cuando llegaba finalmente el mediodía, después de haber rezado un rosario con mucha devoción, la Mimi regresaba a la casa y nosotros quedábamos con la Teresa y Orlando (el conductor y hombre de confianza), acompañando a nuestros difuntos. Era a partir de ese momento que nuestro ingenio e inocencia, nos hacía inventar juegos silenciosos (para no faltarle el respeto a los muertos) y así ayudar a que el día pasara un poco menos lento.

Mis hermanos mayores, inventaban los juegos y eran los jueces; con papel y lápiz en mano, nos mandaban a buscar algún nombre desconocido (que ellos habían escogido desde antes) entre las tumbas que quedan en la periferia del cementerio. También jugábamos a quien encontrara el epitafio más original, o el más desamorado o el más elaborado…¡Y teníamos que aprenderlos de memoria, con el nombre del muerto y las fechas!. Quien regresara primero con el triunfo en la memoria, se hacía merecedor de una cajita de chicles Adams o de un caramelo de bola.

El reloj caminaba lento, lento…y nosotros, entre rezos y juegos, entre tumbas y vivos, entre flores y lágrimas, permanecíamos en el cementerio, hasta que el sol desaparecía detrás de la imponente cruz de mármol, que adorna el mausoleo de nuestra familia y ya con las canastas de viandas vacías, cansados y la ropa dominguera sucia y desarreglada, regresábamos contentos, por haber acompañado a nuestros muertos, especialmente a nuestra madre.

Hoy, primero de noviembre, recuerdo esos juegos de infancia. Recuerdo que por necesidad de sentir el día menos largo, aprendimos a caminar entre las blancas tumbas sin pisarlas. Recuerdo que aprendimos  de memoria el nombre de cada residente del cementerio de Granada, cada mausoleo con su posición exacta con referencia a la puesta del sol y de cada tumba su epitafio. Recuerdo a cada uno de mis seres amados que partieron antes que yo ¡cómo olvidarles!… Hoy, en memoria de todos ellos, elevo una oración y un pensamiento al cielo.

Lourdes Chamorro César.
Primero de noviembre de 2010.

Armonía perfecta entre mi inquietud y mi impaciencia.

Armonía perfecta entre mi inquietud y mi impaciencia.

Este es un primer paso para la sofisticación de esta hazaña cibernética. Leandro mi hijo me sorprendió con este regalo el propio día de su cumpleaños, hoy 23 de noviembre del 2011. Tremendo  reto el que me estoy imponiendo, pero estoy segura lo dsifrutaré, tanto en el proceso de su descubrimiento animado por la inquietud, como en el resultado final apoyado en la arisca paciencia que me arrebata. Espero que pronto, mi inquietud y mi paciencia encuentren armonía, así me sea mas fácil el comienzo de este novel compartir. Y como soy buena para administrar la inquietud que me rebasa y mas todavía para sostenerme en la impaciencia que me impulsa, estoy segura que la armonía que necesito para recorrer estos modernos y sofisticados rincones, la encontraré en mi propio acaecer. Gracias Leandro. Gracias de antemano a quienes de buena fe visiten mi nuevo BLOG. Flamante pero sencillo; alegre y original; así lo quiero, y así lo lograré. Lourdes.

Hoy 10 de enero de 2012, después de posponer mi entusiasmo por la idea de tener mi propio blog, regreso. Admito que dejé el asunto de la inquietud e impaciencia a un lado y que después de tratar y tratar, le pedí a Leandro que en diciembre me explicara cómo usarlo, porque me fue casi imposible para mi sola. No le encontré ni cabeza ni pies. Lo olvidé prácticamente y aunque nunca me rindo, simplemente esperé a que llegara la Navidad, donde nos reuniríamos los cinco hijos y los cinco nietos, para que me ayudaran a descifrarlo. Cual fue mi susto que el 24 de diciembre, después de desempacar cajas tras cajas, una dentro de otra como aquellas muñecas rusas, una tarjetita pequeña y arrugada saltó de la última caja desempacada. Era la dirección de esta página web. Las lágrimas brotaron irremediablemente. Mis hijos, decidieron hacerme este maravilloso regalo. Leandro y Alberto fueron los de la idea y Gabriel es el que la diseñó, por supuesto que ayudado por Enrique, Lila,  Alberto y Leandro. Enrique mi esposo  y Don Enrique mi suegro, cómplices deliciosos de esta hazaña, contribuyeron muchísimo para que mi página estuviera ya con retoños de mi propia inspiración, insertados y plasmados el propio día de Navidad.

Al día siguienteme, el 25 de diciembre, me “impartieron” clases sobre cómo manejarla correctamente y a pesar de ello, todavía de vez en cuando hago alguna pequeña trastada, lo cual me hace llamarlos a todos, porque se que los encontraré dispuestos a ayudarme.

Quiero agradecerle a Dios por tantas bendiciones que me ha dado en esta vida, comenzando por la mas valiosa de todas, como es mi familia. Y les agradezco a mis cinco hijos, Lila María, Enrique, Alberto, Leandro y Gabriel, por este regalo maravilloso que con lágrimas de gozo confieso hoy,  ha compensado y de sobra, todos aquellos que no recibí en mi niñez, porque quedaban en deseos expresados en mis cartitas al Niño Dios y esto no sucedía así porque nuestro Niño Dios así lo quisiera, sino porque al morir mi madre a muy temprana edad, mi pobre abuela y mi papá, me imagino que tenían otros asuntos mas importantes que atender. Gracias Dios Mío por ser tan Generoso conmigo. Espero nunca defraudarte.

Lo de armonía perfecta entre mi inquietud y mi impaciencia, necesitaba un empujón de esos de la familia de un tsunami y mis hijos así lo supieron. Aquí está el resultado.

Lourdes Chamorro César

10 de enero de 2012