LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Category: Poesia

ELLA

Ataviada de dulce ajobo,
digna, callada,
tierna,
de suaves manos,
de pasos sabios,
mirada larga,
de risas y lágrimas.
Es  así  como era,
así fue cincelada.

Hoy le canto a ELLA,
a la de níveo cabello,
de huellas intensas,
de ojos garzos.

A Ella que en vida fue mi refugio,
mi academia,
mi raíz profunda,
dulce santuario;
que con estóicas manos
plantó en mi alma azahares blancos
y en mis pies sandalias,
para  firmes pasos.

A Ella que con silenciosas lágrimas
me enseñó a llorar callado,
y con su risa alegre,
a reir sin carcajadas
y de cómo saber su tiempo exacto.

A ELLA
que al morir, murió en mis brazos
y que al cerrar sus ojos
con mis trémulas manos,
esculpió en los míos,
el fulgor de su mirada.
Y yo,
yo me vi ahí reflejada.

Hoy congrego
una sonrisa,
una plegaria
y un manojo de azahares blancos;
retoño de los que sembró en mí,
para elevar mi canto.
Lourdes Chamorro César.
El Raizón, 8 de marzo de 2012.

¿Regreso a tí, o tú a mí regresas? A mi Nicaragua.

Tanto extrañarte y
llorarte
por tantos años
desde aquel día
cuando al partir
dejé en tí
mis huellas
mis planes
el cementerio
mil ilusiones
mis sueños,
mi gente
y de mi alma
una gran parte.

¿Regreso a tí
o tú a mí regresas?

Te diviso
brillante
con ropa de nubes
habitada de mares
pintada con destello
de tus volcanes
y de cantos y poemas,
amaneceres
y lunas
de guardabarranco
sacuanjoche
y madroño
!mi cuna!

¿Vienes a mí
o yo voy a tí?

No importa
es nuestro tiempo
de cerrar la puerta del exilio
y abir el cielo
y en tí acurrucarme
y dejar que mis sueños
y la esperanza de mirarte
de sentirte
de vivir en ti
y de ti de nuevo enamorarme
sea por siempre
y para siempre
lo que al irme de ti
fue imposible arrancarme del pecho.

Acógeme en tu lecho
Abre tus brazos y abrázame
que estoy en ti
de regreso
y esta vez
para quedarme…

Lourdes Chamorro César.
Miami, febrero de 2011.

Una bomba en el zapato

La máscara en forma de zapato
o un zapato en forma de máscara.
Un cerillo remojado,
azufre,
un grito,
dos,
gemidos,
desconcierto,
inerte el caos,
saltos ágiles,
caudal de reacciones,
un cinturón Eddie Bauer,
incertidumbre,
pánico educado,
ignorante pánico,
prudente,
el tiempo inmóvil,
una inyección cargada de sueño.

Silencio. Estruendoso silencio.
Oa, sin moverme, sin reírme…

Un libro estrujado entre los dedos.
La máscara cae frente a los valientes,
el monstruo de seis pies siete pulgadas
se sumerge en su primer sueño.

Escoltas con alas acechan los cielos.
Limbo,
sed,
cinturones abrochados.
Nadie escucha música,
ya nadie lee.
Son todos sospechosos.
¡Inocentes!

El monstruo se mueve,
bosteza,
contorsiona,
y otra dosis de sueño
lo ahonda en la inconsciencia.

El cabello, ensortijado,
recogido al cuello,
sirve de brida.
Tripulantes y pasajeros
toman turno
para sostenerla.

Lentas  horas surcando cielos.

Ya en tierra,
a la sombra de mecánicas alas,
el cinturón Eddie Bauer
de sus muñecas, en pedazos,
al suelo cae,
dando paso
a metálicos grilletes.
Son todos sospechosos.
¡Inocentes!
Pasaportes,
maletas,
pizza,
Coca Cola
y de espera
muchas horas.

Cansancio,
adrenalina reprimida,
angustia,
incertidumbre,
realidad,
paz,
y una Virgen de Fátima
peregrina,
llegando al tiempo
a  nuestro hogar.

Cárcel y más cárcel
para el monstruo.
Vida y más vida
a los valientes;
entre ellos
mis dos hijos
y mi esposo.
Y en medio de todos ellos
—Hoy de rodillas me postro—
¡Cómo no agradecer!
¡MI DIOS TODOPODEROSO!

¿Y el cinturón?
¡AH! El cinturón
era de uno de los míos.

Lourdes Chamorro César
Managua, 23 de diciembre de 2001

Azimut

Las vi pasar por la ventana,
vestidas de gris y un toque blanco.

Cansada yo y distraída
no percataba
que el crepúsculo de la mañana,
con la prisa de la noche, se casaba.

En ese largo vuelo,
en una ceremonia de huso horario,
una bandada de nubes
vestidas de gris y un toque blanco,
a presenciar un beso me invitaron.

Lourdes Chamorro César.
Bruselas, 24 de marzo de 2002

Tu recuerdo

 Anoche me encontré con tu recuerdo,
guardado en la gaveta entre mis sedas.
Quise alcanzarlo,
desarrugarlo,
palparlo.

Una toquilla, ya raída
con la torre de Eiffel dibujada,
se metió en medio.
La tomé entre mis manos,
la coloqué graciosamente en mi cabello,
dancé frente al espejo.

Esta mañana recordé, levemente,
que de algo la toquilla me distrajo.

Lourdes Chamorro César
Bruselas,  21 de agosto de 2001

Huérfana de blancura

Quiso mantener la blancura del ropaje.
Mas no contaba con el lodo
en el agua estancada,
que al cruzar la calle
cubrió de negro el borde de la enagua.

Y así por accidente
lo blanco se tornó negro
Y la enagua pesada,
de tanto cieno,
ya no danza al compás de su alma.

Lourdes Chamorro César
Managua 10 de enero de 2012

Palabra de honor

Si acaso una promesa es el juego,
donde las palabras son fichas
y tu mirada el tablero,
noche tras noche jugara.

Doble presentara mis apuestas
a que nunca ganaría una vuelta.

Y si triple fuera mi riesgo,
a perder apostaría.
Así, en cada partida,
triple sería mi ganada.

13 de septiembre de 2011

Alas rotas. Del baúl de los recuerdos

Mientras Dios se ocupaba en hacer estrellas
y abrir las fauces de los mares para tragar lamentos
y dibujar flores para colorear los campos
y hacer surcar de mil pájaros el cielo…

Mientras Dios cincelaba sonrisas en nuestros labios
y sembraba en nuestras almas ilusión y anhelo,
entre las eternas luchas de mi encarcelamiento,
me perdí en la aurora de un nuevo sueño.

Mientras soñaba que el fuego era mi vida
y el retoque de las campanas reproducían el eco
y se multiplicaba el verde de los prados
y mil promesas de un fresco amanecer surgían,
me fui en pos de un reluciente y furtivo rayo
como mariposa frágil, imprudente y vespertina
cuya vida se apaga con la luz del día,
quedando desorientada y al final perdida.

Busqué  de nuevo el calor del fuego,
vi su resplandor lejano y sentí su vaho tibio.
Supe de su lumbre y supe de su brillo
y quise abrazarlo para no sentir frío.

Fue entonces que encontré a Dios adornando el cielo
y me acurruqué en mi almohada, con mis alas rotas,
sintiendo que en sus brazos yo moría.

Lourdes Chamorro César.
Del baúl de los recuerdos.

 

Déjà vu.

Y yo, que al buscarte en la memoria
tu rostro se me escapa
y como un Déjà vu de la conciencia,
la sensación de conocerte
desde siempre, me acompaña.

Lourdes Chamorro César
Enero de 2010.

Huellas sin destino

Y entonces,
me di cuenta que yo no era esa.
Pasé mi brazo por su hombro
y le sonreí a mi tristeza.

Lourdes Chamorro César.