LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Huérfana de blancura

Quiso mantener la blancura del ropaje.
Mas no contaba con el lodo
en el agua estancada,
que al cruzar la calle
cubrió de negro el borde de la enagua.

Y así por accidente
lo blanco se tornó negro
Y la enagua pesada,
de tanto cieno,
ya no danza al compás de su alma.

Lourdes Chamorro César
Managua 10 de enero de 2012

Carta al Niño Dios en alguna Navidad de mi infancia.

Rescatada del baúl de los recuerdos y editada:

Querido niño Dios, ya me estoy portanto bien. Al principio del año no mucho, pero ya estoy mejor.

Si podés, quiero que me traigás una muñeca que habla. Tengo todavía la del año pasado, pero ya no dice mamá cuando la volteo para abajo. Si ya no tenés mas muñecas de esas, en la esquina de la casa, donde Dreyfus, vi unas bien bonitas que se les aprieta un botón para que hablen y no hay que voltearlas para abajo. Si podés, le traés una a la Lupe. La Lupe es mi amiga, a la que le cambiaron el nombre porque se llamaba como yo. Y yo le agradezco que no se haya puesto brava conmigo.

Los patines del año pasado ya no me quedan y se los dieron a mi hermana, así que si no son muy caros, me gustaría otro par. Me encanta andar en patines por Granada.

El otro día fuimos a Managua con la tía Bertha y mis primas. Nos llevaron a una tienda elegantísima que se llama Carlos Cardenal y vi en la vitrina unas cajas con bloques para armar que se llaman Lego. Lo apunté para que no se me olvidara y pensé que les gustaría a mis hermanitos pequeños, una para cada uno. Ya los tucos de madera del año pasado están viejitos y se les han perdido algunos.

Vos sabes Niñito Dios que me encanta jugar a los indios y los vaqueros con mis hermanos y primos y la última vez que jugamos, una de las sábanas de lino antíguo de la Mimi se rompió y la Mimi nos asustó con la tajona, menos mal que como siempre, no nos alcanzó, la verdad es que la tajona es mágica, pues nunca nos alcanza ni un pedacito de piel, en fin, te decía Niñito Dios, que la sábana de lino se rompió. Entonces se me ocurre pedirte una casa de campaña, de esas que vi en un catálogo que se llama Sears, que mi papá trajo de los Estados Unidos en su último viaje. Hay muchas bellezas entre sus páginas y casi al final, están las casas de campaña.

Niñito Dios, espero que no sea mucho lo que te pido y por último, no te olvidés de las uvas y las manzanas, no te preocupés por traerme marshmallows, pues a mi no me gustan mucho, pero a mis hermanos y hermanas les encantan, así que si me traés marshmallows, no importa porque se los daré a ellos.

Me saludás a La Virgen María y a San José, a San Pedro y a mi mamá y a todos los santos y ángeles del cielo.

Te quiero mucho, María Lourdes, la número cuatro de los Chamorro César.

PD. Tengo 9 años.

El Palo de Mamón, editado, publicado y presentado en el Teatro Nacional Rubén Darío.

Hay dos formatos, en PDF y en formato de libro.  Por favor, ver los links abajo. Si escoges el formato de libro y la letra es muy pequeña, en la barra inferior hay opciones para verlo mejor: puedes agrandar la pantalla o agrandar el texto o ambos. Cuando clickeas “VER COMO LIBRO”, aparece nuevamente la carátula del libro “El Palo de Mamón”; haz otro click sobre la carátula para entrar a sus páginas. Cualquier pregunta, estoy a la orden. Gracias por visitarme, espero te agrade.

Ver en PDF                                   Ver como libro

Palabra de honor

Si acaso una promesa es el juego,
donde las palabras son fichas
y tu mirada el tablero,
noche tras noche jugara.

Doble presentara mis apuestas
a que nunca ganaría una vuelta.

Y si triple fuera mi riesgo,
a perder apostaría.
Así, en cada partida,
triple sería mi ganada.

13 de septiembre de 2011

Lourdes Chamorro César. Biografía

Lourdes Chamorro César,  (Granada, Nicaragua, 18 de abril de 1952). Su madre murió cuando ella era muy joven y fue educada por su abuela junto con sus seis hermanos. Cursó  la primaria y secundaria en el Colegio Maria Auxiliadora de Granada, y posteriormente entra a la Escuela de Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua.

Aunque siempre aferrada a la familia, los recuerdos y los olores de su tierra, (sensiblemente entretejidos a su infancia y adolescencia), junto a su esposo y sus hijos (una hija y cuatro varones), ha vivido desde 1972, año en que se casó, en medio de una agenda  viajera. En 1979,  la situación política de Nicaragua, la obliga, junto a su familia, a refugiarse en un exilio largo y nostálgico de patria. Sus estudios de Derecho quedan truncados a las puertas de recibir el título. Por largas temporadas, junto a su esposo y sus cinco hijos, la lleva a vivir en países como Colombia, México, Bélgica y los Estados Unidos.

De esos años de distancia, evasión y convivencia familiar, se fundamenta su  recia personalidad, establecida por los retos y sacrificios que la vida hogareña implica, complementados con sus estudios universitarios, pues obtiene una Licenciatura en Humanidades en la Universidad de Missouri en 1995, siendo a la vez, asistente del área de  español en la escuela de Post Grado de la Universidad de San Luis,  en los Estados Unidos.

Cuando vivía en Bélgica, en 1998, gracias a su  espíritu humanista y a su alto sentido de la solidaridad, se dedica a conseguir ayuda para los damnificados por el huracán Mitch, logrando conseguir importantes donaciones para los más necesitados

En el año 2001 se traslada a Nicaragua a apoyar de lleno la candidatura a la Presidencia de la República de su suegro,  Ingeniero Enrique Bolaños Geyer, consciente de que éste llevaría adelante un proceso de renovación ética en la clase política de su país.

Trabajó sin salario para la Oficina de la Primera Dama de la República, contribuyendo  con programas sociales.

Desde niña, desde colegiala, desde su rol de madre, desde siempre, ha sido espectadora y lectora  voraz de teatro, de poesía, así como de la historia y la literatura en general. Coleccionista de Diccionarios y de sueños. Su pasión por la literatura, que desde su cuna hereda, en su infancia fue motivada por su padre y posteriormente, por las monjas salesianas que vislumbraron en su pluma talento y en su personalidad, disposición para el teatro.

Amante de las tertulias familiares, de la niñez que siempre bulle y salta, de la adolescencia que siempre le faculta destellos de felicidad o de nostalgia en sus conversaciones, en sus poemas, ya publicados en suplementos y revistas y en su obra teatral El Palo de Mamón, el cual da nombre, y pie, a su primer libro, con el cual la autora pone a prueba de fuego su irrupción en la escritura teatral. Obra escrita con rigurosidad discursiva. Con vigorosidad y carácter  escénico, en el  que la acción se va desarrollando en un ámbito realista y fantástico, que por momentos parecieran imágenes contrapuestas a la experiencia novelística, ―realista y fantástica―, del mundo isabelallendiano.

En efecto, tanto la obra de teatro ya publicada y llevada a escena en cuatro ocasiones, como su prosa y poemas inéditos y listos a ser publicados, están elaborados  en el génesis de unas “memorias sueltas”, que la autora fue escribiendo en el anverso de las recetas médicas, en las agendas anuales, en cuadernos del tiempo y en servilletas de aviones.

En ella convergen, con intensidad dramática, las inquietudes religiosas y filosóficas, a veces mediante la expresividad del realismo coloquial; otras veces, la diversidad de su pluma, nos hace viajar por distintos mundos, ya sean existentes o imaginados, como veremos en su segundo libro, próximo a ser publicado.

Actualmente la autora reside en Nicaragua.

Alas rotas. Del baúl de los recuerdos

Mientras Dios se ocupaba en hacer estrellas
y abrir las fauces de los mares para tragar lamentos
y dibujar flores para colorear los campos
y hacer surcar de mil pájaros el cielo…

Mientras Dios cincelaba sonrisas en nuestros labios
y sembraba en nuestras almas ilusión y anhelo,
entre las eternas luchas de mi encarcelamiento,
me perdí en la aurora de un nuevo sueño.

Mientras soñaba que el fuego era mi vida
y el retoque de las campanas reproducían el eco
y se multiplicaba el verde de los prados
y mil promesas de un fresco amanecer surgían,
me fui en pos de un reluciente y furtivo rayo
como mariposa frágil, imprudente y vespertina
cuya vida se apaga con la luz del día,
quedando desorientada y al final perdida.

Busqué  de nuevo el calor del fuego,
vi su resplandor lejano y sentí su vaho tibio.
Supe de su lumbre y supe de su brillo
y quise abrazarlo para no sentir frío.

Fue entonces que encontré a Dios adornando el cielo
y me acurruqué en mi almohada, con mis alas rotas,
sintiendo que en sus brazos yo moría.

Lourdes Chamorro César.
Del baúl de los recuerdos.

 

Entrevista de Edwin Sánchez: El poder es una obra de teatro.

“El poder es una obra de teatro”

 

Edwin Sánchez | esanchez@elnuevodiario.com.ni

 

Un día de este año salió publicado su libro que ha partido en dos su biografía: antes y después de “El Palo de Mamón”. Por ser desconocida en el medio, muchos pensaron que entraba de “espalda mojada” al territorio menos poblado de nuestra literatura: el teatro, pero los pocos críticos nacionales de ese arte rápidamente le extendieron su visa.

Ahora, tras cumplir los propósitos de todo buen ciudadano en el mundo –sembrar un árbol, tener hijo y escribir un libro–, Lourdes Chamorro César quiere ponerse al día en este último renglón.

“Los primeros dos los he re-cumplido”, se ríe. La obra fue puesta un par de veces en escena, y todo hace indicar que su interés en publicar el libro y luego llevarlo a las tablas, en caliente, provino de una necesidad de orden social: colaborar con el programa de asistencia a los que padecen cáncer que promueve la Oficina de la Primera Dama.

En este capítulo de la vida de Lourdes, se combinan en simetría extraña el arte, la política y la solidaridad. El libro “del palo”, como lo abrevia cuando la entrevistamos, estaba realmente creciendo en su talento, frondoso, libre, inédito. Hasta que un día, por razones políticas, desde la Asamblea Nacional se sacó del Presupuesto los proyectos sociales de doña Lila T. de Bolaños.

La escritora, que entonces sólo se conocía como parte del aparato burocrático de la Administración Bolaños, se acordó de su obra engavetada. Decidió entonces desempolvarla, quitarle las telarañas. La leyó de nuevo y vio que “El Palo de Mamón” le resultaba agradable a la vista. “Está bueno”, se dijo esta mujer nacida en 1952 y de la misma sangre de la Casa de los Chamorro de la antigua Capitanía General de Guatemala.

Así, apuntando a seguir adelante una obra social, la atención a las víctimas de la mortal enfermedad, le dio el toque final al texto y salió el libro, que parece haber cambiado más el curso de su existencia que el mismo hecho de estar bien emparentada con el poder: es casada con Enrique, el hijo del presidente Bolaños, el mismo de la pedrada durante una violenta manifestación contra el gobierno

Desde chiquita…

“La idea –del libro– la tengo desde chiquita. Me encantaron las letras, la literatura. Mi papá me transmitió muchísimo. Además, me dijo, para realizarte en la vida debés cumplir tres propósitos; primero sembrar un árbol, tener un hijo, y tercero escribir un libro”.

Ella vive en “El Raizón”, el mismo donde hacen su hogar el presidente Enrique Bolaños y doña Lila T. Abaunza. El ambiente, por tanto, en esta residencia, tiene una mezcla de oficina gubernamental a la orilla de aguacates, mangos, jardines, movimientos del aparato presidencial y hombres convertidos en accesorio de celulares y llamadas urgentes.

“Todo lo absorbía, era una esponja, todo eso me influenció, y me gustaba muchísimo leer y escribir. Toda mi vida quise escribir algo, pero nunca me imaginé que iba a ser una obra de teatro”

Hacer agradable la vida

Su experiencia de dramaturga lo confirma un rostro de mujer satisfecha, que ha hecho de su actitud un lema que siempre trata de cumplir en este mundo, donde –está visto– hacen falta convicciones del fuste de un guanacaste real: “Trato de que la vida a mi alrededor sea agradable”.

Madre de cinco hijos, trabajó en Estados Unidos después de la llegada al poder del FSLN. Entonces, no tenía empleadas ni ayuda de familia, y debía combinar su papel de ama de casa –ese trabajo invisible– con el de ganarse la vida como cualquier mortal inmigrante. No eran tiempos para la escritura, para el vuelo de la imaginación, sin embargo, el “palo” crecía con el infaltable abono de la nostalgia.

¿Cómo se maduró la idea del libro?

No planeé si madurarlo o no. Me casé a los 20 años, tuve hijos. Donde me movía, le fui dando vuelta en la cabeza al “palo de mamón”. No sé ni cuándo surgió la idea del palo, y la similitud con el árbol del Paraíso.

Fue algo tan natural como si lo hubiera llevado toda mi vida

Ahí estaba siempre en mí.

¿Qué aconteció en el proceso de la escritura?

El proceso de la escritura marcó diferentes etapas. Mi niñez no fue normal, no tuve madre como otros niños. Ella murió temprano. Toda la vida pensé escribir mis memorias, escribir sobre mi vida. Pero una biografía, ¡qué ridículo! Cuando tuve tiempo empecé a redactar algo de mis recuerdos. Después se me ocurrió, influenciada por ciertas novelas o historias que uno lee, enmarcarlo y meterlo en un librito para mis hijos.

Pero cuando mis hijos se fueron a la universidad y tuve el tiempo necesario –y estoy aquí, trabajando con doña Lila, mi suegra–, yo dije: ‘Debería hacer algo para recoger fondos de apoyo al programa contra el cáncer’. Y me puse a travesear con mi libro, que ya existía, pero sin editarlo.

A mí me encanta el teatro, yo dije, voy a probar con mi “Palo de Mamón” y lo voy a desempolvar, quitarle la telaraña y ¡cuál es mi susto! que me salió así. Hacer una obra de teatro me salió como una chispa, en el sentido de que jamás en mi vida imaginé que yo iba a escribir una obra teatral. Leí mi “Palo de Mamón” y tenía años de no leerlo…, dije: ‘¡Qué bonito que está! ¿Y si le pongo vida a los personajes?’

Así fue que lo hice. Escribir para mí es una necesidad. La forma y la manera, el estilo que escogí, yo no lo escojo, sencillamente salió.

Lourdes todavía no alcanza a ver las dimensiones de este “sueño” que se puso en letra de molde y escena. “Nunca me imaginé. Tengo 30 años de escribir, todo está guardado. Desde chiquita escribo. Ganaba todos los premios de composición del Salesiano. Toda mi vida me encantó la literatura. Nunca me imaginé que el “palo” tuviera la repercusión que tiene. Creo que hay muchas mejores escritoras que yo, pero creo que el secreto es hacer las cosas con cariño”.

Su autor predilecto, si así se puede decir, es Juan Rulfo. Su “Pedro Páramo”, ese personaje que lo llevó de la mano en la extraña escritura que dio a luz una de las obras más esenciales de la literatura hispanoamericana, y de la literatura a secas, como dijo Jorge Luis Borges.

Y como Rulfo, nada tiene en el libro que se pueda acusar de confesión biográfica. El escritor de Sayula, Jalisco, decía que de lo escrito no buscaran rastros de su vida. Lourdes dice que hay personas que quieren ver en el texto, retazos de su existencia.

Obviamente, hay algo de la experiencia, como una escena que le llevó con Xiomara Centeno –cuando preparaba la presentación en público– tres días, para finalmente quedar reducida a unas líneas: el hecho de que de niña estaba acostumbrada, en el día de las madres, a escoger de los baldes que ponían las monjas del Salesiano, su rosa roja, porque su mamá estaba viva. El día de la efemérides sentimental, como todos los años, fue al balde de las rosas rojas, pero una religiosa, en tono riguroso, la sacó de su equivocación: “Te toca la blanca”. Aquello fue un rudo golpe para su corazón de niña. Su mamá ese año había fallecido. Ya “no era igual” a las otras compañeritas.

¿No cambia su percepción de la vida y de escribir con ser la nuera del Presidente?

¡Qué culpa tengo yo de tener de suegro al mandatario! Ni pensaba en eso cuando decidí escribir. Todo esto nació antes de que don Enrique anduviera en la campaña. ¿Quién lo mandó a él ser presidente? Yo no tengo la culpa. Ahora mis hijos están en la universidad, y aprovecho también el momento para seguir escribiendo

Es una necesidad.

“Hay que provocar una situación”

Aún si doña Lila no fuera la primera dama, hubiera donado la presentación. Las cosas suceden cuando tienen que suceder y uno debe provocar esa situación. Tengo ahora otra obra, la tengo aquí en la cabeza, sólo falta el tiempo para escribirla. Debo hallar ese tiempo. En la escritura, uno busca capturar el momento, busca la armonía entre el momento y los sentimientos. Pero me hace falta juntar los días, hasta formar un mes sin distracción de nada, para poner mis ideas en el papel, y después ir corrigiendo, elaborando.

En cuanto al poder, ves a las personas, conoces muchas cosas, que a veces, no estando ahí, no te das cuenta y sería mejor no darse cuenta. Pero ahora esto te enriquece, ves desde una perspectiva diferente. Siento que la política debería ser no para empeorar, sino para mejorar. Pero viendo a la gente metida en la política, quizá más adelante escribiera una comedia, aunque yo me inclino por la tragedia. Pero ahora no quiero nada sobre política, prefiero algo fuera de este ámbito, aunque me dan ganas

¿Y don Enrique?

A mi suegro yo lo adoro. Ellos, él y doña Lila, me adoptaron, porque yo no tengo madre ni padre. Es una relación increíble, siento igual que si fueran mis padres. Siento que están ahí.

Lourdes recomendó a los jóvenes leer, porque la lectura ayuda a formar, a promover mensajes morales; respetar a sus padres, porque “no hay nada más lindo que tenerlos. Yo daría la mitad de mi vida por tener la madre que quizás ellos no quieren tener”.

“La paz espiritual es lo más importante. Es el sentimiento más bello que uno puede tener en el alma”.

Y así se define: “Soy feliz, y por nada del mundo me cambiaría. Y aunque tengo muchas tristezas, perdí a mi madre de niña y después a mi padre, Dios me ha dado cosas muy lindas”

¿Y el poder cómo lo define?

Se queda pensando un momento. En el semblante se puede apreciar que pasan respuestas a la velocidad de la luz y se queda con una que alumbra sus ojos: “El poder político es temporal. Lo veo como una obra de teatro, y que luego de cinco años en escena deberá caer el telón. El poder debe usarse para hacer el bien. Vendrán otros y se volverá a correr el telón.

A mí en esta obra me tocó ser la nuera del Presidente. A otros les tocó el papel del bueno; a otro, del malo.

Nos tocó estar en el escenario. Uno se siente bien ayudándole a alguien en una necesidad. Para mí, el poder debería ser sinónimo de poder poner una sonrisa en la cara de un niño…

El Palo de Mamón

Dice el teatrista Octavio Robleto acerca de la obra: “Una casa hacienda estilo colonial y en el centro del patio un palo de mamón, da origen al drama de Lourdes, para crear su obra. En ella intervienen más de una veintena de personajes en los tres actos de dicha obra, muchos de ellos repitiéndose jovencitos y adultos, pero ya con sus características síquicas bien definidas que, a lo largo de la obra van aflorando a su debido tiempo: caprichos, voluntariedad y toma de decisiones, que al parecer son intempestivas, pero que no es así. Cada personaje se viene conformando desde su origen; trae la semilla de su personalidad y ésta, en el momento menos pensado, nace y vive en escena.

Déjà vu.

Y yo, que al buscarte en la memoria
tu rostro se me escapa
y como un Déjà vu de la conciencia,
la sensación de conocerte
desde siempre, me acompaña.

Lourdes Chamorro César
Enero de 2010.

Huellas sin destino

Y entonces,
me di cuenta que yo no era esa.
Pasé mi brazo por su hombro
y le sonreí a mi tristeza.

Lourdes Chamorro César.

En respuesta a carta pública pidiendo respeto para Doña Violeta

Hay momentos en la vida que los insultos, mas bien nos enaltecen. Que las injusticias nos purifican y la humildad nos eleva a un plano superior. Hay momentos también cuando los insultos, las injusticias y las humillaciones vienen de personas que tristemente lo único que logran con ello es recordarnos quienes son. Reconozco pues que esos insultos y esa injusticia, provienen de un reflejo irracional, sin actuación de la conciencia; por consiguiente no tienen ningún valor en las premisas de lo que llamamos: La REGLA de ORO, que nos enseña que “En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno, con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona“.

 Hoy, además de rechazar los insultos hechos a Doña Violeta, siento que se me escapa de las manos el gesto de aceptar con humildad los insultos y las injusticias, pues provienen de almas sin conciencia. Viniendo de donde vienen, no nos queda mas que dejarlas escapar de entre los dedos, como se nos escapa de entre los dedos la espuma del mar al contacto del viento.

Esos insultos e injusticias hechos a doña Violeta, solamente tienen el efecto en mi, de recordarme una vez mas, quienes son los Sandinistas y quienes los que los rodean. Nunca olvidemos quienes son y el daño profundo que le causaron a nuestra Nicaragua. Nunca podré olvidar las muertes de seres queridos por una revolución indigna, entre ellos la muerte inocente de mi hermano pequeño, del benjamín de mis hermanos. Nunca podré olvidar el saqueo de fortunas bien habidas pertenecientes a nicaraguenses inocentes, solamente para enriquecer sus arcas, sin tomar en cuenta al pueblo muerto de hambre y lleno de esperanzas. Nunca olvidaré que a pesar de haberse posicionado de nuevo en un lugar cívico en nuestro suelo, la historia los marca para siempre con el sello de la anti REGLA DE ORO, por lo tanto, siguen siendo los mismos, con sus mismos reflejos de sus mismas costumbres de antaño.

Doña Violeta, es usted merecedora de todo mi respeto y una gran admiración. Entre mas insultos dicen, mas nos recuerdan la calidad de persona humana que es Usted. Entre mas injusticias, menos olvidamos lo que ellos son.

Rechazo hoy los insultos dirigidos a la dignidad de Doña Violeta, al mismo tiempo que los recojo como la espuma del mar, para dejarlos escapar fácilmente de entre mis dedos, reteniéndolos por un instante, solamente con la intención de nunca querer olvidar lo que fueron, lo que son y lo que nunca dejarán de ser.

Lourdes Chamorro César

Nicaragua, 26 de febrero de 2010