Señora, lo siento mucho pero usted no puede salir del país con este pasaporte. Está vencido. (Me dice el agente de AA).
¿Vencido mi pasaporte? No puede ser. Mi esposo es super cuidadoso y no se le pasaría algo así. (Le digo, sorprendida. Abro la página donde está la fecha de emisión y vencimiento y veo que se vence en diciembre). Mire señor, se vence en diciembre. (Le digo con una sonrisa de triunfo).
Lo siento señora, pero desde hace un mes, tenemos órdenes del gobierno que tenemos que aplicar la ley de Migración. (Me dice).
¿Cuál ley es esa que jamás supe que existiera? (Le pregunto).
Pues la que está escrita en letra chiquita en la primera página del pasaporte, donde dice que para salir del país, el pasaporte debe de tener seis meses restantes de vigencia. Usted tiene cuatro y es imposible que la deje montarse al avión. Vaya a Migración a pagar la multa y sacar un pasaporte nuevo y luego la pongo en stand by.
¿Qué que qué? (Le respondo, casi creyendo que estaba bromeando). Usted sí que está loco o me está haciendo una broma. El pasaje a Abu Dhabi es carísimo y fue casi imposible encontrar un vuelo round trip con conexiones decentes. No puede ser verdad lo que estoy escuchando. Y esa letra chiquita, si siempre ha estado ahí ¿Por qué hasta ahora la aplican?
Señora (me dice el agente de AA), no estoy bromeando y esa letra chiquita estaba dormida hasta hace un mes que el gobierno decidió ejercer la ley. Es una ley y no puedo hacer nada.
Mire señor (le digo); comprendo que es cierto lo que escucho, comprendo lo de la letra chiquita y lo de la ley, pero no es justo que no lo anuncien ¿Cómo va a saber uno que una disposición cambió así de esa manera? Pero no importa, aquí tengo mi pasaporte americano…
No señora (me interrumpe); usted entró con el nicaraguense y con ese mismo tiene que salir. No puedo hacer nada, Migración es severa y no es usted la primera que pierde un pasaje o un vuelo. Lo siento, vaya a Migración y renueve su pasaporte y luego regrese a ver qué podemos hacer por usted.
Señor, (le digo, casi ya con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa no sé si de frustración o desesperación), esto no puede ser así. Por favor, señor, tengo que ir a Abu Dhabi, mi hija está allá, prácticamente sola con su esposo y sus dos muchachitas y esperando una bebe que parece que quiere nacer antes de tiempo, con seis meses y medio de gestación y me necesita…No puedo posponer el viaje, menos perder el pasaje, mucho menos aceptar que a pesar de tener todavía cuatro meses de vigencia en el pasaporte, ustedes me impiden viajar…
(De nuevo me interrumpe, a estas alturas, yo ya estoy histérica, pero por dentro, controlada, si, pero casi llorando y me dice entre conmovido e impaciente):Señora, lo único que puedo hacer por usted es llevarla a Migración del aeropuerto a ver si convence al Director, pero le advierto que nunca nadie ha sido exitoso, nunca nadie lo ha convencido y el Director es fuerte y rígido y no creo que pueda hacer algo por usted, pero la voy a llevar hasta él.
(Toma mis dos pasaportes y mi itinerario impreso y caminamos hasta Migración. Rompe fila y en la extrema izquierda del salón, hay un stand…seis escritorios o ventanillas, atienden a los pasajeros. Se acerca al stand y llama a un señor que imagino es el Director de Migración. Se acerca, es alto, bastante para Nicaragua, delgado, piel clara, ojos de reptil fogeado y frente de hipopótamo. Un rictus en los finos labios, me dice que será difícil convencerlo).
(El agente de AA le extiende los documentos y le explica al hombre, en pocas palabras el problema. El hombre de ojos de reptil fogueado y frente de hipopótamo, me queda viendo fijo a los ojos; estoy a punto de desencadenar el torrente de lágrimas, pero me detengo…y me dice): Lo siento señora, la ley es la ley y no puedo violarla. Vaya a Migración a Managua a actualizar el pasaporte y por favor no me refute porque será escuchar lo mismo de todos los que vienen con el mismo problema.
(A pesar de escuchar eso, le digo): Señor, solamente déjeme que le explique mi situación. (Me interrumpe y me dice que no, que todos dicen lo mismo y que no puede hacer nada por mi; comienza a alejarse del stand y le digo): Señor, por favor, no se vaya, ayúdeme por favor, usted puede ayudarme. Yo sé que hay que respetar las leyes, claro, pero también se que usted tiene autoridad para interpretarla, dependiendo de la circunstancia y sé que en este caso, su decisión de ayudarme no le hará daño a esa ley, que ha estado ahí escondida sin que nadie sepa que existe. (El hombre regresa, le veo un destello en los ojos como de querer ayudarme, pero inmediatamente se arrepiente. Pienso rápidamente que mi argumento no es suficientemente convincente y recuerdo a Aristóteles cuando dice: Si la fórmula no funciona, hay que cambiarla. Entonces, le enseño el itinerario y con un nudo en la garganta -espontáneo, no era estrategia, no, al contrario, no quería darle el gusto de verme destrozada-le digo):
Señor, por favor, ayúdeme, mire mi itinerario, voy hasta Abu Dhabi donde mi hija está esperando su tercer bebe y parece que será prematura. Es un país extraño, está sola con su esposo y sus dos muchachitas y me necesita. No tienen a nadie, no conocen a nadie y está muy triste y yo, aquí, desesperada. Ayer fue al hospital y quizás está todavía en el hospital, quizás ya nació la bebe prematura y yo aquí, sin poder ir a darle un abrazo, por favor, señor, usted puede ayudarme…(Me interrumpe, pero yo ya estoy con el rostro innundado de lágrimas y me dice), lo siento, no puedo hacer nada por usted. (Nuevamente vislumbro en sus ojos aquel destello bondadoso o de compasión, pero inmediatamente desaparece. Pienso que quiere ayudarme pero que no puede contradecirse, que no sabe cómo dar su brazo a torcer, al menos eso es lo que creí en ese momento).
(Ese destello casi invisible y momentáneo que le he visto ya dos veces, me hace fuerte y me eleva el optimismo y como si tuviera debajo de mi manga derecha una última carta, la expongo a traves de mis últimas palabras que me quedan ya. Entre lágrimas y armada de toda la humildad que pude encontrar dentro de mi, le imploro a San Agustín de Hipona que me ilumine-no sé por qué a San Agustín, pero así sucedió en mi-y armándome de valor y de mas lágrimas, levanto mi rostro y me encuentro con sus ojitos de reptil fogueado y lo quedo viendo y le digo):
Señor, solamente póngase en mi lugar por un instante; imagínese a su hijita adorada a su princesita, al otro lado del mundo donde cuando aquí es de día allá es de noche, imagínese a su muchachita en un lugar donde jamás llueve agua porque solamente llueve arena del desierto. Por un instante Imagínese a su esposa, queriendo viajar a esas tierras lejanas porque su muchacita está en el hospital, teniendo a su bebe prematuramente…(ya a estas alturas, todos los viajeros a mi alrededor, están atentos a nosotros, los sandinistas detrás de los escritorios se han vuelto lentos en sellar los pasaportes y mas de alguna señora me acompaña con alguna lágrima. A estas alturas, la carta que sin saber tengo debajo de la manga, sale a relucir, sin importarme nada ni nadie. Detengo mi discurso porque la garganta se me está cerrando…ya no salen las palabras y al volver a buscar su mirada, mis ojos están super empañados y me escucho decirle): Señor, le aseguro que si usted me ayuda, su alma se sentirá mucho mejor que si no me ayuda, se lo aseguro que así será. Pruebe y verá…por favor…
(Entonces, como por arte de magia y como no queriéndose arrepentir, de un solo suspiro me dice): Está bien…sígame.
(Secándome los ojos y por qué no decirlo, también la nariz, lo sigo hasta llegar al counter de AA. Deposita autoritariamente mis documentos en el mostrador y le dice al agente): Prosiga. (Rápidamente da la vuelta para regresar a Migración y solamente alcanzo a decirle): Gracias señor. Diosito lo recompensará algún día.
(Luego lo encontré en la fila y me rescató de “la cola” inmensa que había. Por un momento creí que me llevaba presa. Me pidió los documentos. Y cuál no sería mi sorpresa, cuando realicé que él mismo me chequeaba. Luego me devolvió los documentos y me sonrió. Estuve tentada a darle un abrazo fuerte de agradecimiento, pero solamente lo quedé viendo y simplemente volví a decirle): Gracias. Esta vez mi agradecimiento estaba acompañado por una sonrisa, la mejor de mis sonrisas.
AL DÍA: Pocos días después de este incidente que le pasó a muchos nicaraguenses, el gobierno de Daniel Ortega decidió retractarse y pusieron a dormir esta nueva ley. No les funcionó.
Lourdes Chamorro César.
Abu Dhabi, 28 de agosto del 2011.