LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Month: December, 2011

Jorge y San Pedro. Un sueño que tuve hace seis años ya.

Anoche  soñé con Jorge.

Soñé que Jorge llegaba a la Puerta del Cielo y San Pedro lo esperaba. Antes que Jorge golpeara la puerta, ésta se abre y San Pedro quiere saludarlo o decirle algo, pero Jorge no lo deja. Jorge comienza a hacerle miles de preguntas: ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién sos vos? ¿Por qué ya no me siento mal? ¿Dónde está Mario Paisano? (el escolta) ¿Cómo es esto? ¿Cómo vine aquí? ¡Tengo que despertar! ¿Será que me estoy volviendo loco de verdad? ¡Púchica! ¡Ya sé quien sos vos! ¡Pero no puede ser! Si hoy en la mañana estuve en la televisión con la Rhina Cardenal y ni siquiera he escuchado los comentarios sobre la entrevista.

Se pasea Jorge por el umbral de la Puerta Principal del Cielo y San Pedro hace un gesto con las manos como calmándolo. San Pedro quiere decirle algo, pero Jorge no lo deja: no puede ser, decíme hombre que estoy soñando…ni siquiera me despedí de mi hija…ella llegó y yo estaba descansando para supuestamente levantarme bien por la mañana. Y estoy esperando la llamada de mi amigo; le dejé un mensaje; necesitaba hablar con alguien y sé que mañana me contestará la llamada. ¿Y mi trabajo? Bueno, he estado esperando una cita para un nuevo contrato ¿Será que ésta vez sí es de verdad? Ya me hace falta. ¿Y los planos de mi casa? Ya los tengo listos; sólo me falta reunirme con el arquitecto para definir ciertas cosas ¿Y mi viaje a Guatemala? ¡Ya tengo el boleto! ¡Púchica San Pedro! ¡No puede ser esto, no puede ser!

Se pasa Jorge las dos manos sobre su pelo; mueve su cabeza para un lado y para otro y desconcertado, se sienta en una banquita coloreada de oropel situada contra una de las murallas de la entrada al cielo. San Pedro lo quiere calmar, decirle algo, pero Jorge no lo deja. Se para frente a San Pedro y le dice: Hey maje ¿Y mi lucha junto a la del Churruco? (Su padre) ¿Y mi nuevo escrito que no he publicado? ¿Y la boda del Gordo y la Luchi? (sobrino) Yo no me puedo perder de eso. Además estoy joven y de acach… perdón, perdón, San Pedro…y no le di un beso en la pelona a mi viejito pelón (su padre). Y no le dije a mi Lila T (su mamá) que los últimos nacatamales que hizo estaban buenísimos…y el pedido de libros que hice para Valeria (su única hija) del Discovery Chanel…

San Pedro lo interrumpe por fin: Hijo mío, no te agobies. Entra y relájate, ¿Quieres algo de tomar? Sé que te gusta el whisky de malta y el carpaccio de salmón. Vamos. Tomemos algo y platiquemos. No tienes de qué angustiarte. ¡Tú no estás muerto! Nunca lo estarás, al contrario. Mira allá en la tierra, mira cómo vives en cada uno de los seres que en sus caminos te cruzaste; mira cuánta gente te quiere. Jorge ve hacia la tierra y emocionado, lo interrumpe: Púchica, yo no sabía…¡Qué cantidad de gente la que llora por mí! Y pensativo: ¿Será que uno tiene que morirse para darse cuenta de que realmente era querido y apreciado? Púchica San Pedro, ¡Qué pijudo se ve todo eso desde aquí! Más calmado y mas pensativo, Jorge queda viendo fijamente a San Pedro y le dice: quiero pedirte un favor, barbudo…perdón, Pedro, quiero pedirte un favor ¿Me dejás permanecer un poco más en contacto con mi hija y mis padres y algunos de mis amigos? ¿Puedo darle instrucciones a la Mama Queta…bueno, así le llamo a mi hermano Enrique…sobre la educación de mi Valeria? Es importante…

San Pedro lo interrumpe de nuevo y posando una de sus manos sobre su hombro le dice: No te angusties hijo, no te angusties. Ya te dije y te lo vuelvo a decir…tú vives en ellos, porque ellos te aman. Nunca morirás para quienes te han amado. Uno no muere…y tú has encendido tantas velas que será imposible aún para el mismo tiempo, apagarlas. Entra hijo, entra, que aquí afuera ya se está haciendo tarde…

Y me desperté…

Cuidate Chavalito.

Con todo mi amor, tu cuñadita. 

Lourdes Chamorro César
Miami 27 de Julio, 2005.

Un Ángel Caído del Cielo

Hoy,
en esta lejanía de mi sabor occidental,
me inclino y me postro
ante Dios y mi Virgencita
y les doy Gracias
por este angelito caído del cielo;
por este milagro
que llora,
que ríe,
y se acurruca en mi regazo
y que al mirarle sus ojitos
encuentro en ellos,
ese puñado de cielo
que ha traído consigo
en sus tiernas y blancas alas.

Lourdes Chamorro César.
Abu Dhabi, 7 de octubre del 2011.

De tumbas y epitafios

¿Dónde queda Juan Mendoza? ¿Y dónde la Mariita Carranza? ¿En qué tumba escribieron: Te echo tierra para que nunca jamás podás salirte de ahí? ¿Y dónde el epitafio?: Grande hice el hoyo, para que cuando yo muera, me entierren cerquita de vos y no sienta nunca el frío…

En días como hoy, Día de Todos los Santos, por muchos años nos vestían de domingo y desde las diez de la mañana, nos encaminábamos al cementerio. Era como un día de picnic, al menos así lo siento hoy. Recuerdo que generalmente nos vestían de blanco y con la Mimi (mi abuela) y la Teresa (la nana) y una canasta de sandwiches de relleno de pollo algunos y otros de queso de crema molido con chiltomas verdes y algún refresco en thermos que regresaban quebrados, llegábamos como en procesión. ¡AH! Que no se me olvide mencionar la cantidad de flores, especialmente de color amarillo que desde el día anterior esperaban también el Día de Todos Los Santos.

Era un día largo, quizás el más largo y soleado del año. Y cuando llegaba finalmente el mediodía, después de haber rezado un rosario con mucha devoción, la Mimi regresaba a la casa y nosotros quedábamos con la Teresa y Orlando (el conductor y hombre de confianza), acompañando a nuestros difuntos. Era a partir de ese momento que nuestro ingenio e inocencia, nos hacía inventar juegos silenciosos (para no faltarle el respeto a los muertos) y así ayudar a que el día pasara un poco menos lento.

Mis hermanos mayores, inventaban los juegos y eran los jueces; con papel y lápiz en mano, nos mandaban a buscar algún nombre desconocido (que ellos habían escogido desde antes) entre las tumbas que quedan en la periferia del cementerio. También jugábamos a quien encontrara el epitafio más original, o el más desamorado o el más elaborado…¡Y teníamos que aprenderlos de memoria, con el nombre del muerto y las fechas!. Quien regresara primero con el triunfo en la memoria, se hacía merecedor de una cajita de chicles Adams o de un caramelo de bola.

El reloj caminaba lento, lento…y nosotros, entre rezos y juegos, entre tumbas y vivos, entre flores y lágrimas, permanecíamos en el cementerio, hasta que el sol desaparecía detrás de la imponente cruz de mármol, que adorna el mausoleo de nuestra familia y ya con las canastas de viandas vacías, cansados y la ropa dominguera sucia y desarreglada, regresábamos contentos, por haber acompañado a nuestros muertos, especialmente a nuestra madre.

Hoy, primero de noviembre, recuerdo esos juegos de infancia. Recuerdo que por necesidad de sentir el día menos largo, aprendimos a caminar entre las blancas tumbas sin pisarlas. Recuerdo que aprendimos  de memoria el nombre de cada residente del cementerio de Granada, cada mausoleo con su posición exacta con referencia a la puesta del sol y de cada tumba su epitafio. Recuerdo a cada uno de mis seres amados que partieron antes que yo ¡cómo olvidarles!… Hoy, en memoria de todos ellos, elevo una oración y un pensamiento al cielo.

Lourdes Chamorro César.
Primero de noviembre de 2010.

¿Dónde estás mi chavalito?

¿Dónde estás mi chavalito?
Dónde estás niño perdido,
dónde tus noches te abrazan,
cómo duermes,
cómo el día te alumbra,
dónde comes
y qué haces,
para que el frío no te abrume.

Somos dos y  también uno
y a verte aquí me acostumbraste.
Busco tus huellas,
son ya viejas
y me pierdo al no encontrarte.

Y pienso
y tu dolor siento
y me conmuevo
al pensarte ahí de nuevo
y un velo de nostalgia,
incertidumbre,
tristeza y miedo,
y el profundo silencio
de tus cantos de jilguero
dan certeza de tu vuelo
que presiento
lejos, lejos.

Sé que vuelas con tus alas.
¿Vuelas alto o vuelas bajo?
Si alto vuelas, te acompaño;
puedo hacerlo con las mías.
Mas si bajo es tu vuelo
no te aflijas, yo me quedo,
y con mis alas abiertas
como siempre chavalito,
como siempre,
aquí te espero.

Lourdes Chamorro César.
Enero 29 de 2011.