LourdesChamorroCésar

La colección de escritos de Lourdes Chamorro César

Month: December, 2011

Soneto de aniversario

Mi adorado tormento le llamabas
a quien caminó contigo
por casi tu vida entera,
en las buenas y en las malas.

Partiste al cielo primero.
¿Será ello un consuelo?
Al menos no estás sufriendo
lo que él sufre con tu vuelo.

Duerme, descansa, sueña
que en tu sueño cuides su sueño
y aunque le pidas que no llore…

Porque te ama, llora en su fuero.
Cuéntale entonces de Dios,
de tus hijos, de tu Cielo.

Lourdes Chamorro César
1 de agosto de 2008

Tengo un nuevo Ángel de Mi Guarda

Fuiste mi Madre, fuiste mi amiga, 
fuiste mi cómplice.
Y ahora que partiste
y reposas en paz y en silencio
aunque ya no estás,
en cada instante te siento;
y aunque no te veo,
no te gozo, no te tengo,
como a un Angel de Mi Guarda,
que me envuelve con sus alas,
invisible, traviesa y respetuosa
siempre a mi lado te presiento.

Lourdes Chamorro de Bolaños.
El Raizon de Nicaragua, 4 de abril de 2009.

 

Érase una vez un canario…

Érase una vez un canario
deseoso de alcanzar
esa línea divisoria
entre el cielo y la mar.

Rozaron sus alas el cielo,
acariciaron el mar,
del  sol el fuego
sintieron,
del mar sintieron la sal.

Sus alas le resintieron
y quisieron regresar.
Era tarde,
no pudieron,
se perdió en la eternidad.

Las leyendas no eran ciertas,
ni los sueños realidad;
no eran ciertos los recuerdos
ni la eterna soledad.

Nunca supo aquel canario
que al intento de su vuelo,
el otoño y su aleteo,
una hoja de aquel árbol,
sin querer la desprendieron.
Y sin alas ni deseos
de probar ni sal ni fuego,
las páginas de un libro
sus colores conocieron.

No hay intento de vuelo infructífero.

El canario al fin  voló
y la hoja estremecida
en un libro, recinto sagrado,
su morada encontró.

Lourdes Chamorro César.
Cleveland, Ohio, abril de 2005.

¿FB o señales de humo?

Dime abuela, dime,
cómo era tu tiempo
cómo era el mar, cómo el cielo,
cómo las calles y el transitar.

Bajo el cielo era
mi tiempo de sembrar,
dejar huellas,
descubrir rincones,
recoger leyendas,
compartir canciones
y conchas y caracoles
habían en el mar.

Dime abuela, dime…
cómo era tu vida;
dime algo que no sepa
que te pudo pasar…

Déjame pensar…

Piensa abuela, piensa,
para luego yo contar…

Había un lugar
sin nombre
y si algún nombre tenía,
no lo puedo recordar;
tan solo recuerdo que un día
entré ahí a curiosear.

Dime abuela, dime…
Qué encontraste,
qué había, qué hacías
en ese lugar…

No supe si era un pueblo,
no supe si era un mar,
sí recuerdo que había
un espacio al transitar;
las calles día a día
de amigos se llenaban;
las puertas sin candado
Invitaban a entrar.

Recorría sus dos calles
y paraba a descansar
y si algo me llamaba,
sin tocar podia entrar;
Y si a una casa entraba,
Yo podia curiosear;
si quería que supieran
que llegué a visitar,
una señita dejaba,
sin papel, ni celular.
Muchas casas habían
de mil cosas adornadas;
eran llenas o calladas,
de todo un poco habitadas;
música, poemas, flores;
luna, soles, o poesía;
recetas, política, nostalgias;
rostros, juegos y paisajes;
rezos, llanto o risas
y hasta gran filosofía;
éramos todos mortales
pues ahí muertos no habían.

Era un mundo fantasioso,
real y contagioso;
mágico, diferente,
dulce a veces
o ruidoso,
lento, rápido,
alegre, triste,
salamero o quimeroso;
timidez y libertad
sencillez y complicado
dulce y salado
también serio o temeroso.

Encontré muchos amigos,
nuevos, viejos,
divertidos,
niños,
mudos,
parlanchines,
serios, toscos,
bien cristianos,
escritores y poetas
cocineros y hasta locos.

Sin un mapa, sin licencia,
sin maletas ni transporte,
no pedían pasaporte
las fronteras invisibles;
alma y sueño, chispa y tiempo
eran alas que volaban
al encuentro de imposibles.

Y la abuela que descansa
en el unbral del recuerdo
posa su mano blanca
en el brazo del asiento;
una lágrima se asoma
es nostalgia, es recuerdo…

Y un pañuelo blanco
ya cansado por el tiempo,
busca entre sus manos
y abraza a su nieto.

Dime abuela, dime…
por qué lloras…
¿Acaso duele el alma
el recordar?

¡Qué recuerdo, hijo!
Qué recuerdo;
ya no recuerdo el nombre,
solamente los recuerdos…
Era un mundo fantasioso,
dulce, alegre y hasta tosco
que de pronto un día de esos,
con mis dedos torpes e inciertos,
¡AH! era tan frágil ese entorno,
que sin querer
de un solo gesto
no hubo nada…
se fue todo…

Entonces, abuela,
entiendo ahora
el por qué del humo las señales;
no hay botones, no hay peligro,
solo un fuego
y el mensaje…
Increíble tu relato
¿Me lo robo?
Llévatelo, es tuyo…

¡De algo más me has recordado!
Guárdalo en los archivos
y comparte tu pasado,
que recuerdos son recuerdos
que nos llevan de la mano…
y mensajes son mensajes,
aunque sean de lágrimas
mojados…

Lourdes Chamorro César.

14 de marzo de 2010.

De cómo los marshmallows me hicieron ceder las primeras mariposas de mi existencia

Mis queridos friends del Cafetín Bohemio:

Me piden que escriba una carta de amor. Sin embargo, he decidido escribirles a ustedes y compartir éste recuerdo, que es sobre mi primera illusión y de cómo los marshmallows me hicieron ceder las primeras mariposas que aparecieron en mi estómago. Un amor platónico, que solamente existió en mi.

Ya no sé si fue real o inventada. Sin embargo, si la encontré en el baúl de mis secretos, debe de haber existido aunque quizás solamente en mi. Haciendo ciertos cambios, como el de haber pintado de otros colores los dos pares de ojos, hoy la he escogido para compartirla con ustedes, pensando que ya está escrito en muchas cartas, tantas expresiones de amor o de desamor. Alguna coincidencia con la existencia de cualquier par de ojos azules o verdes, es pura casualidad.

Esto es lo que encontré:

Recuerdo que de niña, cuando ibamos a las Primeras Comuniones, nos daban un platito empacado preciosamente. Era quizás el desayuno que debíamos de saborear en el mismo instante de la fiestecita. Pero yo lo guardaba para llevárselo a mis hermanos y compartirlo con mis nanas. Recuerdo que en ese plato, había un pudincito del Condor, un pastelito de carne, un sandwich rectangular que era el de queso y el triangular era de jamón o mortadela. Una espumilla, un chocolate traído de los United, el cual era el símbolo de que en Granada nos estábamos agringando elegantemente y unos marshmallows blancos que nunca pude imaginarme cómo a alguien le pudieran gustar.

La estampita de recuerdo, siempre la colocaban debajo del pudín así que se impregnaba de mantequilla. Tampoco pude comprender nunca el por qué no la colocaban debajo del chocolate o de la espumilla, sin embargo, al llegar a la casa, le echaba talco del de la Mimi, que recuerdo olía a viejita Linda. Así, llena de talco, la guardaba en mi cajita hermética, donde guardaba todos mis tesoros.

Al llegar a mi casa, eufórica con mi plato lleno de golosinas y repostería dominguera, lo único que faltaba en el plato eran los marshmallows. Me los había comido todos, así salvaba a alguien de  ese sabor tan espantoso. Eran los marshmallows, lo único que comía, pero por razones que nadie hubiera podido comprender. Como resultado, me dí la fama de que me encantaban los marshmallows y el día de mi Santo, siempre me regalaban una bolsa inmensa de ellos.

Empiezo con ésta anécdota de mi niñez, porque es muy válida para comprender lo que voy a contar. Dicho sea, que no sé si heredé el espíritu de ceder lo mejor de todo, o es que las monjas me inculcaron muchas buenas intenciones que a la larga, solamente me sirvieron para enredarme el gusto y la fama. Lo que sí sé es que con ese espíritu, viví mi vida primera, hasta que se arraigó profundamente y ya era tarde luego para arrancarme el mal gusto y la buena fama.

Así crecí, comiendo marshamallows que no me gustaban y compartiendo golosinas domingueras que a decir verdad, me moría por probarlas. Sin embargo, a cambio de comerme lo que no me gustaba y de no probar lo que me gustaba, conocí la alegría de compartir y de dar lo que realmente me costaba. Ahí entonces, encontré mi recompensa.

Mi casa era el punto de reunion del vecindario. Un día, llegaron a la casa los amigos de mis hermanos como solía siempre suceder. Eran nuestros vecinos que prácticamente vivían en mi casa jugando baseball, rayuela o trompo. Yo tenía por ese tiempo unos doce años y mi hermana unos once. Todavía no nos habíamos hecho mujeres. Estábamos acostumbradas a que mi casa se llenara de chavalos y a todos los veíamos como hermanos, pues los conocíamos desde que nacimos junto con sus hermanos y hermanas.

Pero ese día fue diferente. Aparecieron mis vecinos con dos primos. Eran de Managua, al menos habían crecido en Managua, aunque sus familias eran de Granada. Mi  hermana y yo, nos quedamos estáticas de admiración, al ver a los primos de nuestros vecinos-amigos-hermanos. Uno con  pelo liso, sus ojos azules y nariz como de esos dioses griegos que había estudiado en la Mitología debajo de mi cama y el otro, pelo rizado, ojos verdes, un poco mas bajo que su hermano, pero también podría decir que me recordaba a algún héroe de la misma Mitología. Eran nuevos a mi vista y por primera vez en mi vida, aparecía ante mis ojos, algún prospecto que no fuera el vecino con cara de hermano. Fue ese día, cuando supe que mariposas pueden revolotear dentro de un estómago. Las primeras mariposas de mi existencia, las sentí ese día. Los vimos entrar y aunque ellos no nos vieron, nosotras nos supimos atrapadas. Corrimos a escondernos. Yo me sentía como la Eva del Paraíso y tenía que esconder mis sensaciones, mi emoción y mi rostro sonrojado. Mi hermana me siguió y logramos escondernos en el cuarto de  la Mimi, que tenía unos grandes espejos de luna y por ahí podríamos espiarlos, sin peligro de que nos descubrieran.

En nuestro escondiste, comenzamos a descifrar cuál de los dos era el mío y cual el de ella. Encontramos un grave problema, pues a las dos nos gustaba el de ojos azules y nariz de dios griego. Mi hermana insistía que ella lo había visto primero y yo insistía en que yo era mayor que ella y el de ojos azules era el mas grande porque se veía mas alto, por consiguiente, a mí me tocaba el mayor por ser mayor. No sé cuántos minutos, u horas o días o veranos habremos pasado soñando y esperando a que aparecieran de nuevo en mi casa aquellos ojos y decidiendo qué par de ojos eran los de ella y cuales los míos. Lo que sí sé es que recordé los marshmallows de las Primeras Comuniones y recordé que ceder siempre la mejor golosina, me daba resultados satisfactorios, además que no conocía el otro lado de esa actitud. Una vez mas en la vida, el enredo que tenía en el gusto y la fama, me hicieron comerme los marshmallows que no me gustaban para nada.Y como mi hermana insistía que el de ojos azules la había mirado a ella primero que a mi, pues quedamos en que el de ojos verdes era el mío y el de  ojos azules el de ella. Fue muy duro en aquel entonces, ceder mi ilusión, pero los marshmallows y su sabor, me ayudaron a aplacar aquellas mariposas intrusas e imprudentes. Sin embargo pensé que, en mis sueños podría soñar diferente y ella ni cuenta se daría. Y así fue. Soñé y soñé, hasta que el sueño se esfumó, porque otros ojos, cuando ya me hice mujer, me miraron y me atraparon para siempre.

Esta es la historia de cómo los marshmallows influyeron en mi decision de ceder una ilusión detrás de una puerta y de cómo esas mariposas se fueron acallando, hasta que otras, por una nueva ilusión, aparecieron para quedarse.

Pasó el tiempo…muchos veranos pasaron y siempre mi hermana y yo, recordamos con cariño, aquella repartición de ojos que hicimos un día detrás de una puerta, sin que los dueños de esos ojos pudieran siquiera imaginarlo. Sin que los marshmallows o los que los inventaron, pudieran saber la gran trascendencia que tuvieron en mi interior al no gustarme.

Hoy, ya en nuestro otoño, por cosas del destino o del mismo Dios, esos ojos azules que un día le cedi a  mi hermana, se me presentan tan cerca de mi alma, como las gotas de rocío que apenas humedecen el pasto por las mañanas…ni el pasto reclama al rocío, ni el rocío pregunta si puede humedecerlo…los encuentro tan cerca y a la vez tan lejos, como el tiempo que ha pasado y que hoy parece que nunca pasó…

Hoy abro mi cajita donde guardo mis tesoros mas preciados, junto a las estampitas embadurnadas de mantequilla y cubiertas luego de talco de la Mimi…recojo las palabras que se me atropellan y afino mi pluma para regalarles este recuerdo: Un sueño de mi niñez, que le doy Gracias a Diosito que hoy puedo compartirlo, así gocemos de esta historia de unos ojos azules que nunca me miraron.

Lourdes Chamorro César.
Mayo de 2010.

De cómo de lanzas se muere un día

Una herida fue y otra herida.
Una tras otra, su lanza atrevida
iba cruzando el alma
abatida;
ya no curaba,
ya no quería
saber que su lanza
la mataría.

Juntaba sus sueños y
mil alegrías,
tejiendo su mundo,
llenando la vida;
pasaban las noches,
los días venían y
aquellas promesas
lejanas y frías,
iban en pos
de la despedida.

Y ésta es la historia
de como de lanza
se muere un día:

Era el jarrón
de agua cristalina
lleno hasta el fondo
dulce y sabida;
fue una gota
rebelde y liviana
que con su siempre
acostumbrada diana,
hizo que ella,
después de buscarle,
se fuera aquel día.

¡Fue en pos de su alma!
No era la gota
para morir de lanza,
mas era de lanzas
que moriría.

Golpeó a su puerta
sin fuerzas, con calma.
De vida o muerte,
gritarle deseaba.
Fue imposible.
Su voz, silenciosa.
Ahí postrada, ella,
de lanzas moría.

En aquel silencio
escuchó sus huellas;
sigilosas,
lentas,
de cerca
o quizás lejanas.
De pronto callaron y
al compás del viento
se alejaron.
Y ella, muriendo;
sin voz,
sin aliento.
En la noche fría,
entregó sus sueños.

Abrióse la puerta,
bisagras mohosas.
Rendijas inciertas
y silenciosas.
¡Se encienden los cirios!
Recuerdos
que engañan,
quimeras
y máscaras.
Y una simple lágrima
habló del pasado,
sin enseñar siquiera
la humedad
de ganadas nostalgias.

Y él,
estaba y no estaba
y ella,
moría y no quería.

La muerte no espera.
Así es que se muere
en cualquier día.
La muerte de lanza,
mataba sin ruido.

Esta vez, la lanza no hería,
simplemente
ella de lanzas moría.

Y ya bajo tierra,
entre lanza y lanza
entre golpe y golpe,
aprendió a reir;
y entonces supo
que sueños son sueños,
que aún sin vivirlos
nos matan así.

Lourdes Chamorro César.

Carta de la Gumer a Demetrio

Demetrio, simplemente Demetrio.

Tengo que sacarme todo esto que me apretuja demasiado entre el pecho y la columna. Es que me sofoca y no me deja ni dormir por la noche. Por mas fuerza que hago para cerrar mis ojitos, es bien diferente mi dormir en las noches, desde que me dejaste así, entre que si y que no, entre que no sé qué me pasa y que te pasa, entre que si te busco y no me buscas. Ya no pego ojo, se despegan cuando los quiero mantener dormidos.

Vos sabes Demetrio que ni terminé la primaria, entonces me tuve que arrimar a la Marina que ella si terminó la primaria y me prestó un librote bien grande y del grueso de una mazorca de elote para que rebuscara ahí, algunas de las palabras que nunca me aprendí porque nunca me dió la taranta de seguir alfabeteándome (del librote es esa palabra). La Marina es alfabeta, dicen por el pueblo y qué verdad que dicen eso porque vieras como me resuelve ese librote que se llama algo así como diccionario de la lengua…y es en español, porque si no, ni para qué registrarlo.

Pues sí, Demetrio, simplemente Demetrio. Y voy a ir al grano, porque eso de rodear para llegar a la vueltecita de la media esquina y que quedemos en ele olo chico zapote, es mas mejor ir por el sendero rectecito, sin tapujos y ocho cuartos que para qué derramar la leche y después llorarla…

Ahí voy pues, como esa estrella fugaz que divisamos aquel día en la quebradita…una, dos y tres…es que es bien difícil sacar las palabras que están ensartadas entre la garganta y el corazón….y los dedos no me dan la confidencialidad (sacado del librote que me prestó la Marina) para escribir lo que me aguijonea por todas partes.

Pero aquí voy, Demetrio, simplemente Demetrio…una, dos y tres…me pediste la prueba de amor y te la di y desde que te la di, apartando las naguas del camino y arrejuntando las piernas para que vos me las desapretaras en después, porque era demasiado la lucha que dice el padrecito de la ermita, que así se llama eso de luchar contra que no me agrarre  la tentación por todas las partes del cuerpo y de la interioridad (sacado del librote ese), que hasta de gallina sentía la piel de encima, pues …ay, ya ni sé por donde ando….a ver….ah, sí, que te di la prueba del amor que me rogaste incado en maíz ese día de la estrella fugaz…y entre que me arremolineaba contra vos, como un molenillo y me metía en mi nagua para taparme la cara roja de verguenza, pues pasó, Demetrio, lo que  tenía que pasar porque vos me confidenciaste (sacado del librote de la Marina que es alfabetísima), que la estrella fugaz era una seña de que vos eras mío y yo tuya….

Demetrio, simplemente Demetrio….y desde ese día, vengo a la quebradita a llorar porque nunca más apareciste…solo en mis sueños que sueño despierta porque mis ojitos no se quedan cerrados por más valeriana que paso por la garganta…y que no me llega al cerebelo (sacado del librote de la Marina, que me prestó).

¿Onde te metiste, Demetrio? Me dejaste aquí, con sentimiento de que ya no soy yo y sin ni siquiera decirme que mi prueba de amor fue tan bonita como esa estrella fugaz que me presentaste esa noche requeteoscura en la quebrada…

Dice la Marina que para qué te dí eso, que eso no se le da a los hombres, aunque sean de buena voluntad, porque de enmediato (no sé si escribe así, pero me suena así y no diferencio en el librote la deferencia de la palabra) , porque dice la Marina, que de inmediatísimo se les trepa encima a los hombres el complejo de un tal Don Juan…la verdad y para serte sincera, no sé de qué Don Juan hablaba la Marina, pero me parece que es un señor que le gusta pepenar amores en las quebradas y cuando ya se trepan la nagua, pues se aburren y las dejan ahí sentadas esperando…

Demetrio, simplemente Demetrio….no quiero que me hagas lo que Juan le hace a las mujeres …ese Juan que a saber a cuántas dejó destempladas en la orilla de la quebrada…No me dejes Juan, que diga DEMETRIO, no me dejes así de destemplada….¿Onde andas, Demetrio?

Y para terminar esta carta que escribí con el amor de esa noche de la estrella fugaz, te digo algo bien lindo que encontré en ese librote que algo así decía (porque ya se lo devolví a la Marina y se me quedó en la mente algo de lo que medio leí solamente)…dice algo como que cuando entregas tu alma bajo el embrujamiento emborrachado de una estrella fugaz,  no debemos de atarantarnos para sentirnos requetemal, al contrario, dice, aunque me late que me lo dice para que no me muera de malestar o de calentura. Pues dice la Marina que no me muera de nada, que mas bien que me sienta mejorada, porque esa luz, perdurará eternamente en quién nos levantó la nagua…y algo así también dice, como que el pachouli de la flor que el Juan o vos, Demetrio, arrancaron de su garden (en ingles, para que veas, Demetrio que hasta inglés estoy tratando de machacar para que me querrás  aunque sea una migajita) dicen que se queda bien concentrado (del diccionario de la Marina) en la palma de la mano de quién cortó la flor del garden.

Esa consolación me queda solamente…la de que ese diccionario no esté trastabillado y que sigas oliendo mi olor, que ya no es el mismo, pero que es el olor que te regalé aquella noche que me pediste la prueba de amor…

La Gumer (de Gumercinda).

Beso a la vida

«¿Qué es esto que así me aprieta el pecho? ¿Es mi alma que quiere salir a lo infinito, o el alma del mundo que quiere entrar en mi corazón?».   —Rabindranath Tagore

 

No es el mundo leer sobre guerras
en libros ya olvidados.
Es el mundo luchar con ardor nuestras guerras,
aunque no se hayan ganado.

No es el mundo conocer el mar
en postales enviadas.
Es el mundo llegar al inmenso mar y sentir
los pies mojados.

No es el mundo ver un cielo estrellado
a través de ventanas.
Es el mundo compartir de ese cielo una estrella
en noches calladas.

No es el mundo cortar una flor
del jardín mas floreado.
Es el mundo aspirar de la flor su perfume
y tocarla con cuidado.

No es el mundo ver las montañas
con miedos extraños.
Es tratar de llegar a la cima, escalando y contar
nuestras propias hazañas.

No es el mundo ver la lluvia caer
y salir con paraguas.
Es el mundo caminar bajo el agua y mojarnos
la ropa, la piel y la cara.

No es el mundo escuchar del canario su canto
en la jaula atrapado.
Es dejarlo volar y aprender a cantar
nuestra propia balada.

No es el mundo esquivar muchas piedras
para no tropezarnos.
Es el mundo tropezar con la piedra, caer
y saber levantarnos.

Es el mundo sentir los instantes
y atraparlos.
Es el mundo un regalo de Dios
para compartir
con los seres amados.
(Siendo en el mundo ellos, el mejor regalo).

Es el mundo ofrecer lo mejor
que el mismo Dios nos ha dado.

Lourdes Chamorro César.
17 de abril de 2010.

Travesuras desde el cielo

Caramba!!!! Qué bien que se ve todo desde aquí!!!! O será que la operación de cataratas de los dos ojos que me hicieron en Miami en enero realmente sirve? Todo es más brillante, los colores son más vivos y hasta puedo ver sin anteojos y a larga distancia!!!Reconozco que fue bien hecha!

Mi Adorado Tormento!!!Lo veo!!! Quiero decirle que no sufra por mí!!! Que ésto es maravilloso!!! No llores por mí, viejito pelón, estamos felices…digo estamos, porque estamos juntos, vieras a cuánta gente me he encontrado…claro, ya no digamos a los muchachos!!! Ese Jorge a veces me vuelve loca, pero mi Albertito que es el que más conoce por aquí, me esconde por unos recovecos que a Jorge le cuesta encontrarnos…Javier está feliz, y entre Jorge y Albertito, le han ayudado a alcanzar la paz…estaba muy inquieto por haber perdido su lucha, pero cada día se encuentra mas tranquilo…cada día se alegra mas de estar aquí…

Mi Adorado Tormento, no llores por nosotros!!! Si supieras cómo es el cielo, como decis que dice  San Agustín…si supieras cómo es ésto!!! Sufrimos por el sufrimiento de Uds, pero también sabemos que es pasajero, ya que algún día, todos, todos, estaremos aquí, juntos para siempre. No llores por mí, te lo pido!

Veo todo tan claro, que tengo que regañarte…veo que no dormís en nuestra cama!!! Me imagino que es muy grande ya, pero deberías de descansar en ella…necesitas descansar de verdad!!! Ah, no puedo creer lo que estoy viendo desde aquí…es increíble!!! Me restriego los ojos, porque me es difícil creerlo,…esta operación de catarata me hace ver hasta lo mas diminuto en detalles…te cuento?

Estoy sentada en uno de los jardines del cielo, encontré aquí un palo de aguacates igualito al de mi casa que mi papá me dió la semilla…los muchachos andan por ahí conociendo otros caminos, ya que Albertito ha descubierto miles de rincones maravillosos, pero yo, preferí quedarme aquí, velándote y queriéndote decir que termines tu libro, que descanses, que aunque me haces falta, estoy llena de esperanza de que cuando llegues aquí, nos encontraremos y viviremos eternamente juntos…

Bueno, ya estoy como ya sabes quién, que me salgo del tema…estoy sentada debajo del palo de aguacate, pensando en mi Adorado Tormento, sufriendo por su sufrimiento…es mi único sufrimiento, pero lleno de esperanza, que es como un bálsamo milagroso…y de pronto, con los ojos operados en Miami, veo que en uno de los cuartos de la casa de los escoltas, está el baúl…el famoso baúl!!! Cómo puede ser eso? Y tanto que sufrí, pensando que era yo la culpable de que hubiera desaparecido!!! Hasta creí que realmente lo había regalado o botado…ya sabes Enrique, que todo fue una mala interpretación…ya saben todos que yo hubiera sido incapaz de regalar algo que no fuera que entendí que podía hacerlo…ya para qué contarte cómo fueron las cosas, todos sabemos la verdad…pero no puedo creer que sufrí de pura choña, porque el baúl está ahí, entre las miles de cosas y cajas y muebles que todavía se guardan en la casa de los escoltas, porque yo ya no quise seguir disponiendo de lo que entendí en un momento que podía disponer…

Es increíble cómo estos ojos operados en Miami, han podido encontrar desde aquí ese baúl…y ahora que sé que no fui yo la culpable de que desapareciera, cómo hago para dejarles saber a Uds. que ese baúl está ahí? Ese baúl que me hizo sufrir tanto…nunca me había sentido tan mal como ese día que me preguntaron por ese baúl y yo que pensé que tenía el alzaimer bien avanzado, porque no me acordaba de nada, ni siquiera recordaba su color  o su tamaño y menos de lo que había dentro, que dicen que eran cosas valiosas!!! Y ahora, sentada aquí, debajo de este palo de aguacates, en el jardín mas colorido y hermoso del cielo, con estos ojos que me operaron de catarata en Miami, sin mas ni mas, veo que el baúl está ahí, debajo de un colchón viejo, y encima del colchón hay unas sillas quebradas y alrededor hay unas cajas de ropa y un armario blanco y desquebrajado… realmente que es bien difícil encontrarlo…y además que esa puerta está con candado y desde el incidente del baúl, nadie entra ahí…pero cómo hago desde aquí para decirles que ahí está el baúl? Lo estoy viendo…con estos ojos que me operaron en Miami…

Ya sé cómo voy a hacer…los muchachos me pueden ayudar cuando regresen…pero por ahora, pienso que se podría provocar que se caiga una de las sillas quebradas y así, al escuchar el ruido, alguno de los escoltas tendrá que abrir la puerta…no, es bien difícil eso ya que el baúl está tan abajo que solamente verán que es una de las sillas que se cayó y volverán a cerrar la puerta…

AH! ya sé, que dejen el chorro abierto del lavaplatos y que se innunde la cocina y espero que el agua llegue hasta ahí y cuando se levanten los escoltas y vean que hay agua por debajo de la puerta, tienen que abrir el candado…no!!!! y si el agua se mete hasta donde estan ellos durmiendo? Pobres, veo que mas de alguno duerme en el piso sobre un colchón, ya que el otro cuarto está ocupado por ese chunchero…quá barbaridad!!! Tengo que hacer algo, no solo para que encuentren el baúl y salvar mi reputación, sino para que los escoltas puedan estar más cómodos…les escucho decir que ya nada es igual desde que me vine para acá!!! Aunque me alegro por mi ego, me da tristeza por ellos…tengo que pensar qué puedo hacer!!!

Y mis hijos nada que aparecen, qué disparate lo que estoy pensando!!! Mi angelito que está sentado cerca de mí, se ríe de lo que estoy pensando…se acerca más a mí y me cierra un ojo, como diciéndome: “Eso sí que va a funcionar Lila T…estás volviéndote tan traviesa como en tu infancia, jajajaja…me encanta eso…yo te ayudo….” dice mi angelito que está catalogado entre los mas traviesos y sabios de por aquí…y yo lo quedo viendo…es bello, luminoso, pero creo que lo veo así, por los ojos que me operaron en Miami…lo quedo viendo y nos atacamos de risa…todo el mundo que pasa por mi banca dorada cerca del palo de aguacate, nos quedan viendo y se sonríen con nosotros…todos saben que la Lila T. es ocurrente y que aunque hace poco vino aquí, les encanta ver cómo mi angelito me ayuda a hacer mis ocurrencias y mandarles mensajes a Uds. Aunque la mayoría de las veces pasan desapercibidos…pero dice Albertito que tenemos derecho a seguir conectados con nuestros seres queridos y que aunque Uds. no lo perciban directamente, de alguna manera la conexión existe…y que de diez intentos de comunicación, quizás uno lo perciben Uds., y que ese uno es suficiente para que sepan que estamos siempre pensando en Uds. Y ayudándoles desde aquí…por eso, cada día trato cien veces de decirte algo, Enrique, para que de esas cien, al menos diez de ellas las sintas, ya sea con el pensamiento, con soñar conmigo, con recordar algo de mí o con sentirme ahí, cerquita…A veces hasta te mando un mensaje de añoranza o de nostalgia…cuando siento que mis mensajes dulces, para darte resignación y paz no te están llegando, tengo que recurrir a esos otros…eso me lo enseñó Jorge que aunque no hace mucho vino, se las sabe todas…porque no es de nosotros el problema, me cuenta Javier que de tanto haber leído sobre esas cosas, es un ducho…dice que no es de nosotros el problema,  sino de la diferencia de planos que existen entre el de Uds. Y el de nosotros…y la mas grande diferencia es que nosotros podemos verlos a Uds, dice Javier…yo te veo a cada instante, Enrique Bolaños, con estos ojos operados en Miami…y lo mas en común que tenemos, entiendo yo ahora, es la esperanza…esa esperanza de que un día estaremos juntos para siempre…

Pero bueno, otra vez me salí del hilo. Hilo!!! Claro, es eso lo que tengo que hacer…algo que sea como un hilo que se pueda seguir hasta el cuarto enllavado donde está el famoso baúl…y es eso precisamente que el angelito de la Lila T. aplaude. La estrategia del hilo. Le llamaremos “siguiendo el hilo” dice el angelito travieso…pero cómo hacemos? Qué clase de hilo debemos de usar? Pregunta la Lila T.

El angelito que sabe bien de las costumbres y el modus vivendi de los personajes de El Raizón, dice que hay que escoger la clase de hilo primero y propone una gotera, porque sabe que va a llover mucho en el invierno…de tanto llover, se defondará el techo y los escoltas tendrán que darse cuenta de lo que hay en el cuarto. No, dice la Lila T. descartemos todo lo de agua, eso es muy complicado, y puede hacer mucho daño… no sabes que una gotera puede acabar con un techo?

De pronto, con los ojos operados de catarata en Miami, la Lila T. viendo para abajo de nuevo, descubre un nido de ratones bien afincado entre el famoso baúl y la pata del armario destartalado…Ahí está el hilo!!! Grita de felicidad. EL hilo!!! Dónde? Pregunta el angelito. Ahí, ese nido de ratones!!! Qué ratonero, hay por lo menos ocho ratones grandes y mira…son miles de ratoncitos crías!!! Qué horror!!! Con razón el colchón está todo chancomido de ratón!!! Qué desastre!!!! Hasta me da escalofrío!!!

Usemos los ratones!!! Dice la Lila T. Cómo? Dice el angelito…al menos a mí, si se me aparece un ratón, me desmayo, dice el angelito y creo que a la Norma la matamos del corazón si el ratón le pasa por los pies…y no digamos la Juanita!!! Es muy asquerosa…dice La Lila T.

Además, tiene que ser de madrugada, dice la Lila T. porque con mucho movimiento los ratones se esconden. AH!, no sabía eso, dice el angelito…con razón en el cielo no hay ratones, porque siempre hay movimiento, siempre hay fiesta, ahora entiendo el por qué de la ausencia de ellos por estos lados!…entonces, dice la Lila.T:  el único que se levanta de madrugada es Mi Viejito pelón… Tiene que ser a él al que le salga el ratón, sabes angelito? Enrique se levanta generalmente a las 4am. A veces antes…Y después de su rutina del baño, se acerca a la cocina antes de que salga el sol…con el segundo canto del gallo diría yo. Es el primero en entrar a la cocina cada día, tiene que ser él, el que encuentre la punta del hilo…

Qué hora es ahorita allá en la tierra? Pregunta la Lila T. Son las 3 y media am. Dice el angelito… perfec timing!!! Cómo alborotamos a los ratones? Dice el angelito. Bueno, dice la Lila T. mira, se cayó un pedazo de queso en el suelo, cerca de la cocina de los escoltas, soplemos para que se desborone de tal manera que los ratones lo sientan y salgan a buscarlo, hace rato que no salen de ahí, por estarse alimentando del colchón…pero al ver  y oler el queso, irán a buscar mas queso…desparramemos las migajas desde la puerta con candado, hasta el umbral de la cocina de la otra casa…qué te parece la idea? 

El angelito que no está familiarizado con el asunto de los ratones terrenales, no sabe qué opinar, pero se le ocurre empezar a soplar duro, duro, duro…milagrosamente, el pedazo de queso seco se desborona y se desparrama perfectamente por el suelo, desde la entrada del cuarto con candado, hasta la cocina de la otra casa…Perfecto!!! Dice la Lila T. ahí viene Enrique!!! Son cinco para las 4am!!! Ahí viene un ratón!!! Anda ratoncito, corre a la otra casa!!! Pero el ratón, desconfiado, se vuelve a meter a su nido…al entrar, dos de los ratoncitos mas pequeños y mas imprudentes, sienten su olor y quieren oler igual…salen y empiezan a rastrear las migajas desparramadas…se comen algunas y otras las dejan para después, ya que como locos descubren que hay miles de migajas…siguen corriendo hasta llegar a la cocina de la otra casa…la Lila T. y el angelito, no pueden creer que su plan está funcionando de maravilla….a todo esto, un gran círculo de personas, unas conocidas, otras menos conocidas, rodean al dúo travieso y se involucran en la aventura mas disparatada que se habría visto por los alrededores en los últimos tiempos…los ratoncitos, inocentes e imprudentes, entran a la cocina por el mueble que está pegado a la ventana del garage, donde encontraron un hueco en el cedazo, suficientemente grande para escurrirse en el hoyo y no quedar atrapados…

Con los ojos operados en Miami, la Lila T. observa azorada, junto con el angelito inocente sobre asuntos de ratones terrenales. Todos alrededor se callan, porque no quieren empañar la magia del momento…y todos observan cómo los dos ratoncitos se deslizan y caen en el counter de la cocina, en el momento que D. Enrique entra a servirse los dos deditos de café que cada mañana encuentra listo en el thermo que la Norma o la Juanita le dejan preparado…D. Enrique se asusta un poco, pero los ratones se escabullen y se meten dentro de una de las rendijas del mueble…D. Enrique se sirve el café y sale de prisa pensando que en cuanto amanezca, les dirá a todos que hay ratones en la casa…la Merlet llegará pronto y será la encargada de seguir el hilo…dicho sea de paso, ella también sufrió por el misterio del famoso baúl…

Así fue cómo entrada la mañana, empezaron a seguir el hilo de los ratones. Los escoltas contaron que habían ratones desde hace rato, que creían que venían del cuarto enllavado con candado, donde se guardaban los muebles desvencijados, las cajas de carton selladas y algún que otro colchón chancomido, del malentendido que fue para la Lila T. un gran dolor de corazón…y encontraron que un nido de ratones se había afincado debajo de un baúl viejo y húmedo, lleno dicen de cosas valiosas, que se había perdido dicen, porque la Lila T. había dispuesto de lo que creyó que podía disponer…

Siguieron desde la casa el hilo…el hilo de los ratones, hasta llegar al cuarto enllavado con un candado…y así fue cómo sucedió…yo lo sé porque mi corazón me hizo despertar la imaginación para sentir  que nuestros seres amados nos mandan mensajes claros y divertidos a veces, confusos y disparatados, otras veces, para poder esclarecer las incógnitas que nos quedan aquí en la tierra.

En una banca dorada y mullida, debajo de un palo de aguacate, la Lila T. con sus ojos operados de catarata en Miami y un angelito travieso, inocente en asunto de ratones terrenales, cuentan a todos a su alrededor, la historia de cómo hicieron possible que “siguiendo el hilo”, nos diéramos cuenta aquí en la tierra, que si actuamos de buena fe y con la verdad en el corazón, no importa cuánto tiempo pase por delante de nuestras vidas…porque en ésta vida o en la otra, o desde esta vida o desde la otra, cada misterio tiene su revelación y cada verdad tiene su tiempo para ser reconocida, aunque por seguir el hilo, se haya desatado una gran invasión de ratones en la tierra y las carcajadas mas deliciosas en el cielo…

Lourdes Chamorro Cesar
14 de octubre de 2008

Lila T.

No se ha ido, nunca se irà de nosotros.
Ella nunca se irá.

Murió para vivir eternamente
en cada gota de lluvia,
en cada canción,
en la inspiración de un poema,
en el lucero más brillante de la noche,
en el atardecer soñoliento,
en las flores ya despiertas,
en el suspiro de un recuerdo,
en los pàjaros que anidan sus esperanzas,
en las olas incansables del océano,
en el barco que se mece,
en el árbol de Navidad,
en el nieto que sonríe,
en un beso que se ofrenda,
en los frutos que el aguacate da,
en el vaivén de una hamaca
,
en las velas encendidas,
en lo mas puro y sacrosanto del alma,
en el darlo todo sin esperar.

No , no se ha ido.
Ella nunca se irá.
¡Ellos nunca se van!

Lourdes Chamorro César.
Casares de Nicaragua, 17 de julio de 2011.