Añoranzas

by lourdeschamorrocesar

Cómo no añorar los días de infancia,
donde barcos de papel,
el sol atrapado en un espejo
y los indios y vaqueros
destruyendo inclementes
el florido jardín
de nuestra casa solariega,
nos hacían disfrutar
cada verano y cada invierno
sin treguas, sin miedos,
sin barreras.

El más grande pecado
era un mal pensamiento
que nos hacía correr
a confesar nuestras dulces
e inocentes penas,
al compás del viento.

Cómo olvidar los días de juventud,
cuando bajo la luna
frente a una fogata,
en la costa de algún mar
jugábamos a la botella
para así podernos besar.

Y nuevas angustias
recién estrenadas
y la nostalgia de nostalgias blancas
de nuevo nos llevaba
a confesar aquellos dulces castigos
de besos de monja,
de cantos, mariposas,
poemas y danzas
de travesuras locas;
y las mil y un ansias
que en nuestro pecho,
en silencio, florecían
como florecen las rosas.

Recuerdos intactos
de días ya idos,
de juegos de infancia,
de luchas sin fin.
¡Cómo los recuerdo
y cómo me asaltan!
Me pintan sonrisas;
y de ternura, lágrimas.
Y entre el recuerdo,
inolvidables rostros
que guardo en mi pecho.
¡Cómo no guardarlos!
Son parte de mí.

¡Sonríe el alma!

Lourdes Chamorro César.
Managua, 22 de noviembre de 2010.