La Lupe y la pérdida parcial de mi inocencia.
by lourdeschamorrocesar
Me crié bajo los cuidos de mi abuela y las empleadas. En aquella época se acostumbraba adoptar una HIJA DE CASA, ya sea pariente de alguna de las empleadas, o proveniente de las haciendas. Su trabajo era “entretener” a las niñas: jugar con ellas, peinarlas o hacerles mandados; a cambio, iban al colegio y aprendían los oficios de la casa; especialmente en el caso de la Lupe, era su trabajo mas importante el de poner la mesa.
La Lupe era de mi edad: diez años. No se llamaba Lupe, sino Lourdes como yo. Sin embargo, le pusieron Lupe pues decían que muchas Lourdes en la casa, no podía ser. Le cambiaron su nombre. Sentí algo raro dentro de mí, pues a mí me gustaba mas el nombre que las dos llevábamos desde la Pila del Bautismo. Sin embargo, la Lupe no se alteró para nada y yo, en agradecimiento porque me dejó a mí el privilegio de llevar el propio nombre que recibí en la Pila Bautismal, la hice mi mejor amiga dentro de mi propia casa. Era un secreto entre nosotras, entre la Lourdes que era la Lourdes y la Lourdes que desde que llegó a mi casa, era la Lupe.
Nos hicimos inseparables, mas llegó con la Lupe la pérdida parcial de mi inocencia. Me enseñó la Lupe a ponerme un fríjol en el ombligo sostenido por una cinta adhesiva para que me diera fiebre. Aprendí que los hijos no nacen de los senos. Aprendí que El Niño Dios no era el que ponía los juguetes. Aprendí a esconderle los anteojos a la Mimi para cuando ella los buscara, fuera yo quien los encontrara. Aprendí a caminar descalza, así no se dieran cuenta que escuchaba muchos secretos detrás de alguna puerta. También aprendí con la Lupe y de la Lupe a hacerme morados en las piernas, para llamar la atención y así me sobaran con zepol y con cariño. Aprendí a ponerme muchos fustanes debajo de la falda, para que la tajona de la Mimi no me alcanzara la piel. Me enseñó la Lupe a subirme a los palos para cuando quisiera escaparme del mundo. Me enseñó a cantar las canciones de Peñaranda y su Conjunto y a bailar sobre el planchador, para deleite de todas las empleadas del patio de atrás. Pero sobre todo, con la Lupe saboreé por primera vez en mi vida el gusto al dinero.
La Lupe ponía la mesa y a decir verdad, no era su actividad favorita. Un día me pidió que la pusiera yo y que a cambio me daría cinco córdobas. Lo hice a escondidas y fue tan buena la experiencia, que todos los días me pagaba la Lupe para que yo hiciera lo mismo. Era tan bueno tener dinero para compartir y poder comprar todos los libros y juguetes de la Librería Cristina Morales, que mi abuela misma se sorprendía de lo temprano que estaba la mesa puesta.
Un día, mi hermana mayor, encontró a la Lupe cerrando uno de los roperos de luna de mi abuela. Tenía en su mano izquierda cinco córdobas. Entonces comprendí por qué la Lupe me enseñó muchas cosas, pero nunca me enseñó a abrir el ropero de mi abuela. Desde ese día la Lupe desapareció de mi casa. Años después supe que murió de parto a los quince años.
A mí me mandaron a confesar con el Padre Morales. Eran tantos los pecados, que hice lo que la Lupe también me había enseñado; dije unos dos o tres de los menos graves y después, con mi vocecita solamente ya medio inocente, le dije al Padre que me perdonara todos mis pecados OLVIDADOS POR CONVENIENCIA. Hoy, creo que el Padre comprendió, pues todavía siento un ruidito en mis recuerdos, que con el tiempo descifré que era una carcajada contenida, proveniente de la ventanita de aquel oscuro confesionario. Desde entonces supe también que no existen por aparte el bien y el mal, sino que los llevamos por dentro, hasta que aparece una Lupe. Quizás la Lupe tuvo a una Lupe en su vida también, aunque hoy creo que no era mala, solamente traviesa. Era también “cool“ la Lupe. Siempre la recuerdo, quizás porque con ella llegó la pérdida parcial de mi inocencia.
Lourdes Chamorro César. S. XX.
Que belleza nos regalas Lourdes. Una historia fascinante pues es una de esas que todos/as las de nuestra generacion tuvimos. Yo recuerdo a “mi Lupe” pero con diferente nombre y llegada de la hacienda San Francisco de mi abuelo. Cuantas cosas nos ensenaron estas muchachas que uno las veia casi como “su pipe”. Pero tu historia nos cautiva y es que tenes la cualidad de trasladanos a vivir o revivir en este caso tus propias experiencias. Te robo parcialmente la inocencia esa accion de la Lupe y pensar que se murio a los 15 anios de parto. Preciosa manera de describirnos “tu primer pecado” de esos que uno le decia al sacerdote ” y los pecados olvidados por conveniencia. Bellisimo y simpatiquisimo al mismo tiempo. Te felicito amiga con un fuerte abrazo.
Gracias mi querida Flor de Lis. Esas Lupes no pueden faltar en los recuerdos. Y esos recuerdos, nos llevan a otros y otros y otros….gracias por dejar tu comentario plasmado en mi página de escritos. Pero sobre todo, por dejar tus hermosas palabras, plasmadas en mi memoria…otro fuerte abrazo para ti.
Que linda historia Lourdes!! Me has hecho regresar a mi ninez y recordar a mi “Lupe”. Que tiempos mas lindos aquellos. Cuando bailabamos y cantabamos con las empleadas. Gracias por este regalo tan hermoso. Me encanto la historia de tu “Lupe” y tus primeros pecadillos!…me moria de la risa cuando lei que te mandaron a confesarte y solo contastes dos de los pecados………..como me vi retratada amiga! Bella, Bella tu historia. No me canso de leerte! Un abrazo amiga.