La Granadilla
by lourdeschamorrocesar
“El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.”
William Faulkner.
…Viviamos los tres meses de vacaciones en la hacienda. Jamás quería regresar a la ciudad. Llegábamos al portón de la hacienda donde había un gran rótulo con el nombre “La Granadilla”, sobre un marco rústico. Encima y bordeando el marco, había una enredadera de tiguilotes. Sacábamos las manos para arrancar una ramita y comerlos. No me gustaban, me dejaban la boca tetelque, pero era parte del ritual de todos los viajes. Era una casa hacienda hermosísima de cuatro corredores. Habían dos cuartos y solamente un baño. La cocina era de leña y nos encantaba meter entre las brazas las semillas de marañón, para después de tostadas las pudiéramos quebrar con una piedra y saborearlas. Enfrente de la casa, había un inmenso y legendario palo de mamón. Era mi favorito. Era aquí donde los campistos amarraban los caballos. No podíamos comer mamones, a no ser que nos pusiéramos un vestido viejo ya manchado de varias cosechas de mamones. …[1]
Llena de nostalgia, he leído en el suplemento Revista un artículo titulado “El sabor de la vida cotidiana” (2 de febrero del 2006), el cual ha intensificado mi sentir y los recuerdos. Mis muertos, a los cuales les he dado vida en la obra de teatro “El Palo de mamón”, cuyo escenario es una réplica de ese maravilloso rincón ubicado en las faldas del volcán Mombacho, hablan hoy conmigo.
En nombre de ellos quisiera preguntarles a los Sandinistas: “por qué nos arrebataron la Granadilla? Por qué? Ah! Era demasiado hermosa para no quedarse con ella…eran 900 y pico de manzanas, donde la magia y la armonía, se confabulaban para hacerme creer que ahí, en ese lugar, pudo haber sido el Paraíso Terrenal. Y en nombre de mis muertos, les cuento hoy, que aunque nos hayan arrebatado “La Granadilla”, aunque hayan cortado de un tajo mi palo de mamón, no pudieron arrebatarme el orgullo de haber vivido los mejores momentos de mi infancia en ese paraíso; ni la oportunidad que la vida me ha dado para recuperarlo todo atrapando para siempre los recuerdos en “El Palo de Mamón” que jamás tampoco nadie me podrá arrebatar.
[1] “Mis primeros 20 años de vida.” Narrativa de donde salió mi obra de teatro.